Acompaño a pie a la misa en la
parroquia a los niños de la calle. Es bonito ver la “procesión” de dos en dos
uniformados y que te den la mano de forma espontánea y te digan “gracias por
venir con nosotros”.
Lo de
los niños de la calle es un trabajo en el que hay más de un ciento de personas
implicadas trabajando y que llega a varios miles de personas, desde que llaman
por teléfono (hay un número disponible 24 horas y recibe por día más de cien
llamadas) y a quienes la casa se les ha quedado pequeña y ya están tramitando
otra mayor en las afueras de una ciudad, en la que tampoco hay espacio
disponible, a pesar de llamarse pueblo “libre”.
Hemos
estado cenando en una casa de acogida donde hay seis muchachos salidos de los
niños de la calle, que no tienen familia y a quienes se sigue en su formación.
Tenemos seis pisos así en la ciudad. Ha sido bonito el compartir su experiencia
y la nuestra. A alguno no le entendía y después Uba me hizo saber que estaba
hablando en “crío”, la lengua de los criollos.
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