Amanece una espléndida mañana de sol. Todos hemos
dormido bien y nos disponemos a realizar
nuestro cometido. Después del desayuno salimos hacia nuestro destino: Los
pueblos. El de hoy se llama “Tikonko”. Está a una docena de kilómetros al sur de
la ciudad de Bo y en principio será nuestro punto de referencia, pues es el
centro de los muchos poblados de los alrededores.
En
este pueblo la gente por propia iniciativa ha hecho la iglesia. Es de adobes de
molde regular y buen acabado. La madera del techo es muy pobre y las chapas y la
puerta las han pagado el jefe del pueblo y su esposa que son
cristianos.
Es
nuestro primer contacto con la gente. Nos saludas acogedores. Están encantados
con nosotros. Hace tanto tiempo que nos esperan… Y nosotros estamos encantados
con ellos y creemos que hay terreno donde sembrar y esperanzas de frutos
abundantes.
La
misa, en inglés, pero las respuestas de la gente en mende, la lengua local, así
como los cantos, lo que nos hace bien conscientes de la necesidad de lengua.
Estamos contentos del reto que ello supone y dispuestos a hacernos con la gente
y con su lengua.
Hay
sesenta y cinco personas en misa, cuarenta adultos y veinticinco niños. Una
veintena comulgan, lo que nos da idea de la situación de la gente. En la colecta
salen cuarenta y cinco mil leones, la moneda local, que equivale a siete euros y
medio. Esfuerzo grande por parte de la gente, pero de manera particular del jefe
local que ha puesto un euro y medio y que también ha preparado la comida en su
casa, arroz con pollo, para todo el mundo, empezando por los
curas.
Volvemos a Bo y nos espera la Señora Cecilia, madre de
un salesiano ordenado sacerdote en julio pasado y que nos invita de nuevo a
comer. Aquí está menos picante que en Tikonko, pero el mismo menú, arroz con
pollo que está delicioso.
Volvemos a casa, siesta, leer un rato y vamos a cenar
con el obispo que nos ha invitado. El obispo es una persona muy amable y
acogedora que está en contado con nosotros. Hay varios curas más que nos
acompañan en la comida para darnos la bienvenida. Una velada muy agradable
y a la vez interesante, pues nos
prometen materiales sobre la lengua y las tradiciones mende.
En casa nos percatamos de que no tenemos
luz y, después de planificar el día siguiente, nos vamos a dormir
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