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miércoles, 25 de diciembre de 2013

25 de Diciembre de 2013

Amanece una espléndida mañana de sol. Todos hemos dormido bien  y nos disponemos a realizar nuestro cometido. Después del desayuno salimos hacia nuestro destino: Los pueblos. El de hoy se llama “Tikonko”. Está a una docena de kilómetros al sur de la ciudad de Bo y en principio será nuestro punto de referencia, pues es el centro de los muchos poblados de los alrededores.
       En este pueblo la gente por propia iniciativa ha hecho la iglesia. Es de adobes de molde regular y buen acabado. La madera del techo es muy pobre y las chapas y la puerta las han pagado el jefe del pueblo y su esposa que son cristianos.
       Es nuestro primer contacto con la gente. Nos saludas acogedores. Están encantados con nosotros. Hace tanto tiempo que nos esperan… Y nosotros estamos encantados con ellos y creemos que hay terreno donde sembrar y esperanzas de frutos abundantes.
      La misa, en inglés, pero las respuestas de la gente en mende, la lengua local, así como los cantos, lo que nos hace bien conscientes de la necesidad de lengua. Estamos contentos del reto que ello supone y dispuestos a hacernos con la gente y con su lengua.
         Hay sesenta y cinco personas en misa, cuarenta adultos y veinticinco niños. Una veintena comulgan, lo que nos da idea de la situación de la gente. En la colecta salen cuarenta y cinco mil leones, la moneda local, que equivale a siete euros y medio. Esfuerzo grande por parte de la gente, pero de manera particular del jefe local que ha puesto un euro y medio y que también ha preparado la comida en su casa, arroz con pollo, para todo el mundo, empezando por los curas.
      Volvemos a Bo y nos espera la Señora Cecilia, madre de un salesiano ordenado sacerdote en julio pasado y que nos invita de nuevo a comer. Aquí está menos picante que en Tikonko, pero el mismo menú, arroz con pollo que está delicioso.
      Volvemos a casa, siesta, leer un rato y vamos a cenar con el obispo que nos ha invitado. El obispo es una persona muy amable y acogedora que está en contado con nosotros. Hay varios curas más que nos acompañan en la comida para darnos la bienvenida. Una velada muy agradable y  a la vez interesante, pues nos prometen materiales sobre la lengua y las tradiciones mende.

       En casa nos percatamos de que no tenemos luz y, después de planificar el día siguiente, nos vamos a dormir

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