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viernes, 21 de octubre de 2016

21 de Octubre de 2016

Viernes

Amanecemos sin luz y las linternas van haciendo su trabajo. Por lo menos la experiencia de ducharse con agua corriente es muy agradable y te permite empezar la mañana en forma. La oración es también con la luz de la linterna y para la misa encendemos el generador. Nos acompañan los jóvenes que están en la sesión, casi doscientos, lo que hace que la iglesia parezca más de un domingo que de un día de entre semana.

Mi profe no ha venido y así no tengo la clase de lengua. Espero recuperar el tiempo perdido. Después de desayunar viene el fontanero que de nuevo trata de trabajar en el baño y me tiene esperando, lo que me permite ponerme al día en la crónica y otros asuntos.

Cuando acabo voy a ver al director del colegio universitario que han abierto y que está cerca de la parroquia. Me reciben con agrado y me desean la bienvenida después del viaje, pero quiero saber en concreto los planes y las propuestas para los futuros alumnos que voy a traer y me dan la información. Me sorprende que han subido las tarifas el doscientos cincuenta por ciento y cuando me ven la reacción me dicen que nos podremos entender al respecto. Veo lo que han hecho y creo que tendré que ceder para que les salgan las cuentas, si es que quiero que el colegio funcione y haga un servicio.

También ha venido el nuevo cocinero. Parece que tiene buena voluntad y le decimos que le podremos a prueba por unos meses y a ver lo que resulta. Pero la comida no está a su hora y como de bote, pues la tarde me espera larga.

Después de la siesta salgo para los pueblos, que hoy toca lejos. Voy a echar gasolina y tenemos bronca, pues intentan timarme, pero es sólo cuestión de un momento, pues la corrupción es algo ampliamente difundido en el país.

El camino es largo porque hay muchos baches a cuenta de la lluvia y el vehículo está lleno con los que me encuentro en el camino. Por el retrovisor veo la sonrisa de los que van a pie y montan cuando me paro y me quedo con la imagen de que hay alguien que se siente feliz y que tan sólo por eso merece la pena recorrer el camino.

He llegado a Casama, el pueblo más alejado y que está cerca del río. Me reciben con alegría. Voy a visitar a la jefa del pueblo, que ha estado enferma y ya está recuperada y también voy hasta el río, y me comentan que este año ha bajado de nivel muy pronto.

Las parejas muy reducidas en número. Ya sabía que podían ser pocos, pero les quería advertir para la próxima semana. Rezamos el rosario, que aquí no son capaces de rezar solos… Y después, camino de regreso me paro en Gbalehun donde están preparados y rezan el rosario cada día del mes llevando la estatua de la Virgen por las casas. Hablo un rato con el maestro de la escuela y percibo que algo está cambiando en el pueblo, pero que habrá que seguir esperando a que las cosas se consoliden.

De vuelta a casa vengo pensando en las ocupaciones para el fin de semana que se avecina y me paro en Tikonko en la casa del jefe para decirle los planes que tengo con los maestros sin título. Tanto él como su mujer, están muy contentos de saludarme y de las noticias que les doy.

La lluvia comienza de nuevo a la llegada a casa y el fresco de nuevo permite pensar en el sueño reparador, pues por el día ya he empapado media docena de camisetas. Y por suerte tenemos luz y me permite hacer la crónica… Y si antes lo digo, antes se va…

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