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domingo, 30 de octubre de 2016

30 de Octubre de 2016

Domingo

Temprano me despierta el teléfono… Hay quien tiene problemas para saber el camino y hago lo que puedo por ayudarle. Después de rezar y desayunar saludo a los que ya han venido para la misa y me voy a Madonna, la otra cuasi parroquia que nos han confiado. Será la primera vez que me encuentre con ellos y además viene el obispo para instalar un nuevo sagrario que hemos traído desde Lungi, el otro sitio donde estamos los salesianos cerca del aeropuerto.

Cuando llego ya hay unos cuantos que están presentes y voy viendo lo que han preparado para la misa. Veo que los vasos sagrados no están limpios y busco quien los pueda limpiar, aunque las cosas no dan para mucho. La gente va llegando y al final aparece el obispo casi en punto. No es normal, pues suele estar presente con tiempo. La realidad es que tiene un catarro considerable y cansancio acumulado de ayer, pero a pesar de todo se toma el tiempo de hacer las cosas, comenta ampliamente lo que se hizo ayer en la peregrinación, viene detenidamente sobre el mensaje de evangelio del día, y dedica un rato a explicar lo que va a hacer más tarde, la instalación de un sagrario. Me parece que la catequesis que ha hecho es muy buena, además de que veo que la gente le sigue con atención y no me da la sensación de ser largo, cosa que no es fácil.

Después de misa me quedo un rato para ver las actividades que se hacen en la parroquia y me da buena impresión. Hay reuniones de varios grupos y también catecismo, además de otros que rezan en grupos.

Finalizado el programa, me vuelvo a casa a la espera de comer y prepararme para la reunión de la tarde, pero me llegan con la noticia de que alguien en un pueblo ha muerto, el señor que había visitado varias veces esta semana y que están las cosas dispuestas para el entierro. Como tengo poco tiempo. Salgo de inmediato y hago el entierro, pues la gente estaba esperando a que llegara. Era un señor que había sido maestro y catequista y que seguía dirigiendo la oración en la comunidad. Hay mucha gente y siguen con atención los comentarios que les hago, pues he tenido tiempo de conocerle y saber algo de su actividad.

Acabada la ceremonia en la iglesia, el vehículo del cura lleva el cadáver al sitio donde se va a enterrar. Hay una caja que es reutilizada y que ya he visto otras veces. En la tumba, que ha sido preparada con esmero, se entierra el cadáver envuelto en un paño blanco, se le cubre con trozos de madera y se echa encima la tierra.

Concluido el entierro voy a otro pueblo para la reunión que tenemos con los líderes de las comunidades de los pueblos y esta vez hemos convocado también a los directores de las escuelas, pues algunos son también de los responsables de las comunidades. Y es que estamos a punto de empezar el trabajo con los maestros comunitarios, los que no tienen título y quiero llamar a los responsables de las escuelas donde ellos trabajan para que sean conscientes de lo que vamos a hacer y que colaboren en lo que puedan.

La reunión transcurre por los caminos normales. Hay informaciones, comentarios, propuestas y al final los del pueblo invitan a todos a un plato de arroz con pollo y unas bebidas, gesto que me parece bueno por parte de los que reciben, pero que no quiero que se repita cada vez que nos encontremos, pues implica mucho gasto.

Creo que los maestros están contentos y también los demás, pues siempre hay comentarios y planes que ayudan a unos y otros. Ha venido a la reunión Joseph, el otro salesiano cura, a pesar de estar cargado de trabajo, y ha tenido una intervención acertada animando a la gente.

Cuando acabamos, me he llevado a su pueblo a alguien que había venido andando veinte kilómetros, desde Cassama, pero también los de más cerca han aprovechado el viaje y así todos contentos. Y a la vuelta me he parado en dos sitios para rezar el rosario en dos comunidades que me habían visto pasar y esperaban a que volviera para que rezara con ellos, con lo que volví a casa más de las nueve. Por lo menos el día me ha dado de sí para muchas cosas y a pesar de las más de catorce horas, no me siento especialmente cansado y sí estoy contento del trabajo del día.

Hemos estado todo el día sin luz y esperemos que mañana podamos encontrar el sitio en el que hay la avería, pues es algo en casa, pero que el domingo no ha habido tiempo de arreglar, pues no hemos estado en casa.

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