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lunes, 31 de octubre de 2016

31 de Octubre de 2016

Lunes

La mañana amanece tranquila y después de misa tengo un rato de clase con mi profe de lengua. Se le ve cansado, pues ha estado unos días enfermo, pero la buena voluntad la tiene y me ayuda mucho el hecho de leer, pues da los tonos que a veces me pueden resultar difíciles y eso me hace sentirme seguro a la hora de leer en la iglesia.

Joseph va a saludar a alguien a una casa y Sergej, que ha dicho la misa en Madonna, viene para el desayuno. Seguimos sin luz y a la espera de que el electricista venga, pero es que el que suele venir está en el hospital y por eso tarda en venir otro.

Como cada lunes tenemos reunión comunitaria. Nos pasamos amplio rato viendo temas de horarios y distribuciones de tareas, que es necesario cuando estamos comenzando y tratando de adaptarnos a las nuevas situaciones en las que nos encontramos. Hay buenas perspectivas de que lo que llevamos entre manos salga adelante y conscientes de ello, damos gracias a Dios y le pedimos a don Bosco que en el día en que nos acordamos de él, nos ayude en nuestro trabajo.

Después de la reunión voy al mercado y veo la diferencia que hay entre el cambio de moneda que da al banco y lo que te ofrecen en la calle… En el banco lo oficial es de cinco mil cuatrocientos leones por un dólar, mientras que en la calle el cambio es de siete mil cuatrocientos, algo que es muy de considerar, pues en mil dólares que cambies en la calle, te da para comprar cuatro toneladas de cemento…

Cuando vuelvo me paso por el colegio en el que vamos a inscribir a los maestros para saludar al director y comunicarle que estamos en el trabajo preparatorio. Está contento de lo que vamos haciendo y me anima a seguir en ello.

Joseph ha tenido una misa de funeral y no está en la comida. El coci nos ha calentado algo de lo que nos dieron ayer, pues los domingos nos suelen traer la comida algunos feligreses y el arroz con pollo está en su punto, la carne bien cocida, el arroz suave y no muy picante. Por lo menos hemos comido a gusto y estamos contentos.

Duermo un rato y también leo. Ya se nos ha ido la luz y toca sudar lo que quieras, pero se puede sobrellevar. Caen unas gotas, pero no llega a refrescar el ambiente.

Asisto al rosario en la parroquia, que es el último día y hay algo especial y después cenamos y tenemos la suerte de que nos vuelve la luz, con lo que puedo hacer los trabajos pendientes en el ordenador que ayer no pude hacer.

Y como último día del mes, creo que es el buen momento para dar gracias a Dios por lo que hemos vivido y darnos cuenta de que tenemos un mes que se nos presenta lleno de retos y actividades, que ponemos en las manos de Dios para que lo bendiga y lo llene de buenas cosas como ha hecho con el que finalizamos ahora.

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