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miércoles, 27 de mayo de 2015

HOY hemos comenzado un grupo de matrimonios en Cassama…


Cassama es un pueblo encantador, con un río que es una bendición para el pueblo y con unas gentes que, cuando llegué por primera vez, me dijeron que hacía más de treinta años que no les visitaba un cura…

Está a más de veinticinco kilómetros de Bo y el viaje por la pista no te lleva nunca menos de una hora, lo que nos puede dar una idea del estado del camino. Pero el recorrido es variado y distraído a pesar de los charcos, hoyos, sangraderas y otros accidentes que el agua de la lluvia se encarga de agrandar cada vez.

Había un grupito de personas de diferentes edades y posición, que se reunían regularmente para rezar y estaban a la espera de alguien que les acompañase, cuando aparecimos por allí los salesianos. La realidad es que me presenté de forma imprevista, acompañado por un maestro del pueblo anterior, a unos ocho kilómetros, y me recibieron con bastante interés.

Con una cierta intermitencia, me fui haciendo presente una vez por semana en la plaza y con las vacaciones y lo del ébola y lo de la prohibición de viajar y de reunir a la gente, las cosas se han visto obstaculizadas, pero no interrumpidas.

Siempre he ido acompañado por unos y por otros, en particular para actuar con la gente joven en cuestión de deportes y música, además de la inestimable compañía de la señora Cecilia, la madre de un salesiano, Daniel, que trabaja en Liberia. La señora Cecilia es el siempre fiel ayudante que está dispuesta a hacer catecismo a los niños, enseñar un canto a pequeños y mayores, ayudarnos en el rezo del rosario, pues en el pueblo no tienen costumbre, ir por las casas saludando a las mujeres y hoy tomar a su cargo los más de cuarenta críos, mientras nosotros hacíamos la reunión con las parejas que se habían presentado. 

Lo de las parejas es una experiencia nueva a la que aquí no están muy acostumbrados, pues matrimonio es el acuerdo entre un hombre y una mujer, con las correspondientes familias para corroborarlo, en el que se comprometen a hacer críos y cada uno sabe sus obligaciones y derechos. Lo de vida en común y llegar a ser uno, es algo que por aquí no se lleva, pues nadie o muy pocos lo viven aquí. De ahí el interés de compartir con ellos esta experiencia nueva y transformante en sus vidas.

Ya habíamos hecho varios intentos, pero siempre, por diferentes motivos, la cosa acababa posponiéndose para terminar sin realizarse, hasta que la semana pasada, después de haber hecho la experiencia del mes de mayo y el rosario por las casas y preguntar repetidamente a unas y otras parejas si rezaban juntos y tener respuestas afirmativas, me decidí a poner fecha para la primera reunión y era hoy.

Me preocupé de salir puntual, antes de las tres, para poder estar allí hacia las cuatro de la tarde. La cosa resultó a pesar de lo complicado del camino y llegamos antes que ellos vinieran del campo, lo que nos hizo tener un poco de paciencia y esperar a que fueran llegando.

Como los niños estaban en la clase que hace de iglesia y eran numerosos, sacamos a las parejas a otra clase en la que hay bancos y sillas y espacio disponible para reunirte con comodidad sin ser distraído más que por el canto de los pájaros que están siempre presentes.

La reunión fue un momento de encuentro y expectación por lo que iba a suceder y en todo momento animada por la intervención de la mayoría de los presentes, pues a todos se les invita a participar y aportar su experiencia.

Comenzamos con el rezo del padrenuestro y avemaría, seguimos con unas palabras de acogida y la lectura del evangelio, hoy el capítulo diez y nueve de san Mateo que habla del matrimonio. Les llama la atención el que se lo lea en su lengua y que me entiendan.

Las intervenciones suelen ser más bien breves, pero sustanciosas, pues hablan de lo que están viviendo con su pareja y de los aspectos muy positivos en los que ha cambiado la relación entre ellos, en particular el no discutir y el comunicarse la cosas que cada uno hace, algo que no solían hacer y que era fuente de conflictos.

Ellos mismos están sorprendidos de lo que van viviendo en la reunión y de lo que nos podemos comunicar y enriquecer unos con la experiencia de los otros, así como los compromisos que podemos adquirir viendo lo que hacen los otros y lo que de ello resulta, pues sacan las consecuencias.

Invitados a decir lo que ha cambiado en sus vidas, lo más general es el comunicarse, el entenderse y el no pelearse. Estos son los putos básicos en los que en general están de acuerdo. Hay una pareja en la que las cosas no funcionan aún y les he prepuesto que las otras vayan a rezar con ellos cada pareja un día. Han aceptado el reto y nos hemos prometido que la semana que viene de nuevo estaremos presentes para compartir lo que hemos vivido durante la semana.

Hemos rezado, les he dado la bendición en la clase junto con los niños, y nos hemos despedido hasta la semana que viene que nos encontremos de nuevo.

Que Dios les acompañe y nos acompañe durante la semana y que podemos vernos la que viene y compartir los milagros que hemos visto y las gracias que hemos recibido.

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