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domingo, 26 de junio de 2016

26 de Junio de 2016

Domingo

La salida hacia los pueblos es temprano, como cada domingo y las condiciones de tiempo son favorables, pues aunque llovió durante la noche, por la mañana la carretera está un poco seca y, aunque hay charcos, se puede pasar sin mucho problema.
En el primer pueblo las cosas están preparadas antes de mi llegada y los de los otros pueblos de alrededor están llegando con antelación. Estamos en los días más largos del año y aunque no tengan reloj, como amanece temprano, se guían por la luz y están con tiempo, lo que me permite comenzar la misa antes de la hora, pues todos están presentes. Hoy lo hacemos en el pequeño recinto que sirve de iglesia y hay unos cuantos que están fuera. Para ellos hace fresco y amenaza lluvia, así que prefieren estar dentro aunque estén apretados. Hoy hay más de cien.
En la homilía intento no ser largo, pues cuando están apretados los niños lo notan y hacen ruido y lloran, pero siguen con interés cuando les hablo de tomar importantes decisiones, en especial haciendo referencia a parejas que han decidido venir a la reunión últimamente; pero también les sorprende el que les hable de plantar árboles como una decisión importante o de venir a la escuela los adultos.
Como después de la misa tengo tiempo, estoy un momento hablando con unos cuantos sobre lo de los árboles y con los maestros de la escuela en particular para ver de tener las cosas preparadas para el martes poder traer una nueva remesa de anacardos.
En Tikonko las cosas son bastante diferentes. Hoy no hay mucha gente y parece que hay la resaca de la lluvia de ayer y la no presencia al catecismo. Durante la misa se van añadiendo los que legan tarde y al final el número es aceptable, pero les hago ver que no han limpiado el terreno que les he pedido y les pregunto si quieren que esté con ellos… Y antes de que puedan responder ya les hago ver que la respuesta no es de palabra, sino de obra, y entienden que tienen que limpiar, algo que la mujer del jefe ha programado con unos cuantos que ha contratado para que hagan el trabajo. Me doy cuenta de su buena voluntad, pero les hago ver que el trabajo no lo hacen otros, sino los que vienen a la iglesia y les digo que espero que durante la semana lo vayan haciendo.
En el camino hacia el pueblo siguiente comienza a llover, por lo que preveo que no habrá mucha gente en la iglesia, ya que la lluvia es excusa suficiente para no venir, o por lo menos era lo que me encontré el año pasado, y hoy también veo que las cosas van por el mismo camino. Al final, antes de la hora de la misa la lluvia amaina y algunos más vienen y se arregla un poco la presencia, que hoy no es numerosa.
Les hablo de la llamada de Jesús a sus discípulos y de tomar decisiones como Jesús hizo. Creo que les sorprendo cuando les pregunto a los diferentes grupos qué resoluciones deberán tomar para hacer que las cosas vayan mejor y en especial la referencia a que los matrimonios recen juntos y en familia con los hijos. He insistido bastante en la preparación de los que vienen a comulgar, pero hoy también me refiero a los que no comulgan y les invito a prepararse, pues Jesús nos dice a todos que tenemos que comer de su Pan.
Me hacen ver también que hay algunos de los asiduos de cada domingo que han ido de vacaciones y que por eso no son muy numerosos hoy, pero sigo pensando que hay más de justificación en lo que me dicen que de realidad.
Al acabar la misa, la lluvia se vuelve a hacer presente y los que pueden entran en el vehículo para que les acerque a su destino, lo que hago con gusto, pues ofrecer un servicio es cosa a la que estoy siempre dispuesto y de manera especial cuando lo necesitan.
En casa las cosas han seguido su camino normal. Un cura ha venido a decir la primera misa y Joseph ha estado para la segunda. Además hoy tiene una especial a las dos de la tarde de una familia que celebra un aniversario y lo han querido hacer juntos y en la iglesia. También me he encontrado con Paul, el salesiano que es de aquí y que ha venido a visitar a la familia. Nos saludamos y, como me dice que va a estar varios días, nos citamos para otro momento.
Después de la siesta y leer un buen rato, me encuentro un momento con Joseph. Hablamos de su viaje, intercambiamos noticias y luego se va a dormir, pues no durmió bien durante la noche y está cansado del viaje y de las misas.
La oración de la tarde la tenemos con luz. Luego se va y estamos mucho tiempo a oscuras y a altas horas de la mañana vuelve, lo que me permite ver las noticias y seguir el resultado de las elecciones.


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