Antonio y Joseph van a rezar por la mañana con la gente de Mattru. A la vuelta celebramos la misa unida a los laudes. Después del desayuno estamos un rato hablando en la mesa. Se nos nota la falta de comunicación y la necesidad de espacios adecuados para esto.
Llamamos al fontanero para poner un alargador al tubo de escape del generador, pues el humo debe salir fuera del recinto de donde está. Así habrá mejor combustión del gasóleo y mayor rendimiento. Parece que marcha bien.
En la comida sabemos que Uba vendrá esta tarde. Por la tarde Samuel, Joseph y Antonio van a Mattru para la reunión con los monaguillos y las parejas con resultado regular, pero no por ello nos desanimamos. Hoy he encontrado a alguien que me dicen que es de los nuestros y a quien no conocía. La realidad es que no viene a rezar y hoy además estaba un poco cargado de mosto, pero nos ha acompañado a la iglesia y, aunque el padre nuestro y el avemaría le cuesta recitarlos, por lo menos se esfuerza y nos ha prometido venir el domingo a rezar. Ya les he advertido a dos más de que el domingo vayan a buscarle a casa.
Uba se ha presentado al comienzo de la tarde y parece ser que el viaje ha sido bueno. Estamos contentos de que esté de nuevo entre nosotros.
Más tarde acaba lloviendo, pues el calor y la humead nos hacen sudar mucho, y al llover refresca. Así podrán hacer mejor el trabajo con los niños de la calle, que hoy toca salida hacia ellos.
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