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viernes, 11 de noviembre de 2016

11 de Noviembre de 2016

Viernes

Salimos de casa antes de las seis por la mañana y regresamos más tarde de las siete y media, ya de noche. Vamos a la ordenación de un cura a un pueblo en el que el camino es deplorable. Nos lleva más de tres horas la ida y para la vuelta, que la hacemos por un camino más corto, nos lleva más de cuatro horas… Pero por lo menos podemos decir que hemos recorrido un camino que no intentaremos hacer de nuevo si no es imprescindible.

Lo del camino es una cosa, pero la experiencia del encuentro y la ceremonia, aunque fuera larga, es otra. Aquí se ve la participación de la gente y el esfuerzo que muchos han hecho para llegar hasta un pueblo perdido y con una carretera muy mala, pero todos están contentos y la fiesta es lo que se celebra. Me ha parecido bonito el ver que es el segundo cura que se ordena en la parroquia y cómo todos los del pueblo han participado en la ceremonia, musulmanes y los de la religión tradicional incluidos.

Tanto a la ida como a la vuelta el camino es malo, el barro en muchos casos nos anega y el vehículo está muy, muy sucio, pero se le lava y al día siguiente está de nuevo disponible para lo que haga falta, lo mismo que yo, que he dormido bien y estoy de nuevo en forma y dando gracias a Dios por vivir esta experiencia con la gente y los curas a los que voy conociendo.

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