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domingo, 27 de noviembre de 2016

27 de Noviembre de 2016

Domingo

Me levanto temprano y me dirijo a los pueblos. El camino se va haciendo un poco más fácil, pues la máquina niveladora ha trabajado y hay trozos que están lisos. En Nagoyon hay gente rezando el rosario y me uno a ellos. Está amaneciendo, algo que aquí ocurre muy rápido.

Puedo comenzar la misa un poco antes de la hora, pues la iglesia ya está llena y el ambiente es positivo. Además, siempre tengo referencias a la experiencia que tengo cada semana con las parejas y ellos ven que les hablo de cosas cercanas, de lo que ellos mismos ven que vivimos entre nosotros.

Me han presentado una lista de catecúmenos que se preparan para recibir el bautismo. Son una veintena entre los diez y los quince años y ahora nos falta sensibilizar a los padrinos, labor que intentaré hacer también en las próximas semanas, porque además, unos cuantos de ellos tienen padres musulmanes, que aunque les permitan ser cristianos, nos pide el papel muy claro de los padrinos.

En Tikonko hay unos cuantos presentes. Comienzan a rezar el rosario y otros más van llegando. A la hora hay menos de la mitad de la gente y al final son alrededor de ochenta. Y como cosa especial, hoy han venido algunos de un pueblo al que ayer llevé a varios de la comunidad. Todos están contentos y esperemos que sigan viniendo con regularidad. Les vuelvo a su pueblo, pues está de camino hacia el sitio siguiente y nos despedimos hasta el domingo que viene.

En Towama tienen organizada una fiesta, el coro celebra su patrona, algo que me llama la atención, pues en los domingos de adviento no es el momento para estas celebraciones, pero por aquí parece ser que son cosas normales. Tratamos de entendernos y nos les suprimo la fiesta, pero la catequesis también está en el sermón y en los avisos del final.

Traigo a unos cuantos que vienen para la reunión de líderes de las comunidades que tendremos en Matrru por la tarde y el tiempo está tan justo que me da para comer, ducharme y salir de nuevo a la reunión.

Mattru es un pueblo un poco especial y han programado el que vengamos para la reunión mensual para así poder ver de cerca lo que pasa. La reunión pasa con toda normalidad y cuando sale el problema de la comunidad cristiana, vemos que es mejor tratarlo otro día, pues se hace tarde y todos están de acuerdo con ello.

El camino de vuelta lo hago con la furgoneta llena y a los que son de los pueblos lejos, les llevo unos kilómetros por la pista, pero luego les dejo, pues es hora de encontrarme en casa en una reunión, a la que llego justo. Por lo menos me he metido debajo de la ducha y he quitado el sudor, que con calor y humedad todo está pegajoso.

Después de la oración nos encontramos para cenar y comunicamos experiencias de la jornada, cosa que es muy interesante ver lo que los otros han hecho y el clérigo en particular que ha estado con reuniones de jóvenes y monaguillos en las dos parroquias de la ciudad.

No hay luz, pero se enciende el grupo y eso nos permite rezar, cenar y estar un rato juntos viéndonos las caras.

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