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lunes, 23 de abril de 2018

23 de Abril de 2018

Lunes


Un lunes como otro cualquiera sin luz ni en la oración ni en la misa, pero que lo resolvemos con las linternas.

Después del desayuno tenemos la reunión comunitaria con comentarios sobre la finca y los límites en especial. Hace falta que vuelva el topógrafo que rehízo los límites y que nos ha desorientado un poco. También hay planes para el mes de mayo y para los sacramentos en los pueblos para la gente que los pueda recibir.

Voy a la cárcel para asegurarme que están disponibles para acoger a los de los pozos que pueden llegar mañana para iniciar el trabajo. He recibido una llamada de los poceros que trabajan en Lembema y me dicen que han acabado el trabajo en el pozo, cosa que me parece imposible simplemente pensado en que el año pasado lo intentaron en siete sitios distintos y no hubo forma de pasar la piedra. Este año he buscado un sitio más alejado, pero hemos tenido agua antes de llegar a la roca dura y todos estamos más que contentos.

El camión nos trae un viaje de graba para un pueblo y desde allí una carga de hierros para otro pueblo en el que me hago presente y disfruto viendo al grupo de gente joven trabajando con asiduidad y destreza.

Después de la siesta vuelvo al ataque y con cemento que he comprado en la tienda me presento en Nagoyon donde el lucido de la iglesia va a avanzando y se prepara el trabajo para el cementado del suelo. Voy a la escuela a Balei y me encuentro con unos árboles tronchados… Me dicen que una loca se los cargó en una noche de las que suele tener de vez en cuando… Yo que los había podado y seguido con ilusión… Bendito sea Dios…

En Lembema, donde visito el pozo, los poceros han ido a cazar, pero se presentan rápido  y me hacen ver que el pozo ha sido más fácil de lo que todos esperábamos y que lo único que queda es poner la bomba para la extracción del agua. Me cuesta creerlo cuando el año pasado nos pasamos varias semanas trabajando y sin obtener resultado y este año hemos tenido un milagro porque donde te da que hay piedra en todo el espacio y en el sitio que apuntas, te sale el agua antes de la piedra y es abundante… Lo único que se me ocurre es dar gracia a Dios por el milagro y porque así los críos de la escuela tendrán agua siempre que lo necesiten.

Vuelvo a casa acompañado de viajeros que encuentro en ruta y voy a visitar al mecánico que ha sido operado hace unos días, pero que ya está de vuelta en el taller y le veo con ánimos y ganas de trabajar.

Rezamos, cenamos y leo las noticias y me conecto. Hoy he hablado con la monja que conocí en Togo y que ahora está en Italia. Me ha hecho ilusión escuchar su voz y recordar la persona amable que era y sigue siendo.


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