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sábado, 1 de septiembre de 2018

1 de septiembre de 2018

Sábado


Comenzamos el mes pasado por agua, llueve y llueve.

Es primer sábado de mes y toca limpieza, así que nadie se mueve… de la estera, porque está lloviendo.

En la calma dedico un tiempo a rezar y luego a poner el correo al día. La limpieza suele ser hasta las diez, pero hoy ha sido hasta las doce y cuando a esa hora he ido a llevar el vehículo al garaje, he podido ver que bastantes sitios estaban razonablemente limpios. No he ido a la cárcel, pues no era hora de ir más tarde de las doce y el cielo se ha abierto un poco, pero más tarde ha vuelto a llover de nuevo.

Cuando me traen el vehículo intento llevar unas plataneras a la finca, pero al final no aparece quien me tenía que guiar y acabo yendo a los pueblos donde tenemos un intento de reunión de maestros y directores de escuelas y no lo logramos, pues no todos están presentes. Es difícil imaginar el individualismo que cada uno tiene y lo que cuesta comprender que tenemos que trabajar juntos…

Después hablamos de diversos temas, plantar moringas, limpiar la tierra, organizar los espacios alrededor de las escuelas y las iglesias, asistencia a un curso de formación para los catequistas… y veo que les cuesta comprender lo de ser un grupo y actuar como tal. Por las parejas, mejor ni preguntar, porque el tiempo se ha echado encima… Por lo menos un detalle de interés, el líder de la iglesia ha venido a pedirme disculpas por un asunto que me tenía que haber resuelto antes de que me fuera de viaje y aún sigue sin resolver, pero he visto su actitud y lo único que he podido hacer es perdonarle y permitirle que continúe con su papel en la comunidad, pues la realidad es que no hay otro que lo pueda hacer como él lo hace. Me he sentido a gusto con su actitud y creo que él se ha sentido perdonado y dispuesto a seguir.

Tener paciencia y esperar el momento en que cada uno va a reaccionar y responder en positivo es algo que me parece importante y que me toca estar atento y saber descubrir lo que a lo mejor no es más que un pequeño destello, pero que un día puede ser una luz que ilumine a otros.

En la vuelta a casa me acompaña uno de los maestros que viene a Bo y en la conversación le pregunto sobre diversos temas de la escuela, del “college” al que vienen para recibir clases, de los compañeros. Me parece sincero y concreto y también le hago saber que tengo una gran estima hacia él que me parece una persona responsable y en quien puedo confiar.

Se han apuntado la mayoría de los maestros para el curso de formación de catequistas. Esperemos que sea positivo para todos y que aprendamos a conocernos y a conocer más de cerca a Jesús.
En casa cenamos y leo las noticias y hago la crónica a la vez que intento preparar las cosas para mañana en los pueblos.

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