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jueves, 20 de septiembre de 2018

20 de Septiembre de 2018

Jueves


Nos levantamos con luz y un poco más tarde, pues tenemos la misa por la tarde y la oración de la mañana está concurrida, y han venido varios pronto. Ha llovido durante la noche, no mucho rato, pero con una gran intensidad y fuertes truenos. Se ven los efectos en los caminos y en la pista, que hay trechos que ha cambiado de aspecto a cuenta de la riada.

Después de la oración y un desayuno raudo, me voy con Mireia, la agrónomo,  a la finca donde ya nos esperan más de treinta personas dispuestas a trabajar en las moringas. No me esperaba ni tantas ni tan motivadas, pero a lo largo del día nos han demostrado su interés en el trabajo y su tenacidad, pues hemos finalizado un trabajo que en principio pensábamos que podía ser para dos días.

Se comenzó haciendo grupos, unos limpiaban, otros hacían palos para poner en los sitios vacíos, otros medían y cuando las cosas estaban organizadas fuimos al vivero a buscar las moringas. No había las que esperábamos, pero cargamos las que pudimos y se plantaron después de concienzuda limpieza de hierbas.

Los animadores del proyecto estuvieron con ellos y las cosas funcionaron bastante bien de forma que a las cuatro, ya pudimos dar por terminado el trabajo y además urgidos porque la lluvia se anunciaba, algo que puede ser una bendición especial, pues el agua de la noche había dejado la tierra mullida y el agua de la tarde, después de la plantación, asegura que lo que se ha plantado, va a agarrar bien.

Cuando venimos a casa, tengo una conversación muy agradable con  Mireia, la agrónomo que me hace ver que se encuentra satisfecha del trabajo y de la forma en la que se ha hecho y ve la motivación de la gente como algo muy positivo y que el proyecto es una cosa que le resulta agradable porque ve que va a cambiar la vida de muchas personas. Estaba cansado, pero oyendo esto me he sentido satisfecho del cansancio del día porque veo que otros aprecian y valoran lo que haces.

Me he duchado y puesto ropa nueva porque estaba empapado de sudor y cuando he querido ir a la iglesia lo he tenido que hacer con el paraguas porque jarreaba. En la tranquilidad de la iglesia y con el rumor de la lluvia, he dado gracias a Dios por el trabajo realizado y por lo vivido con tanta gente, a la vez que soñaba en tantos a los que vamos a ayudar con las moringas.

Ha llegado la hora de la misa y había cuatro personas, por lo que ha sido muy familiar, Estaban los otros dos salesianos y he tratado de ser muy cercano a la gente esperando que otro día tengamos algunos más.

Joseph se va mañana para el curso de renovación y le vienen a decir adiós dos curas, por lo que la cena se retrasa un poco. Después de la cena tengo un momento de conversación personal con él y le deseo una buena estancia en Roma.

Para el internet hoy no toca conexión, así que escribo la crónica y las noticias y los correos será otro día, que hoy no toca. Me siento cansado por el trajín del día y satisfecho de lo realizado dando las gracias a Dios que me permite vivir esta experiencia.

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