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viernes, 29 de julio de 2016

29 de Julio de 2016

Viernes

Amanecemos con lluvia, algo que es normal en el momento en el que estamos y eso hace que no mucha gente esté presente en la oración de la mañana. Después de misa tengo un rato de clase con el profe que está también preocupado por otros asuntos y quiere que le eche unas cartas en el correo en España… Nos podemos dar cuenta de cómo andan las cosas del correo por aquí…
Participo en una reunión en el obispado durante dos horas. Es un grupo de consultores del obispo y se tratan temas relativos a la diócesis. Después hay una misa en la catedral por un cura que falleció en la capital y que ahora trasladan los restos al cementerio de aquí.
Por la tarde toca pueblos y con suerte varia. Salimos de casa con sol, pero a medio camino la lluvia nos alcanza y cuando llegamos al pueblo la gente está segura de que no voy a venir a cuenta de lo que llueve, por lo que les cuesta hacerse presentes. Les espero durante una hora y luego quieren que me quede más tiempo, pues la reunión les resulta interesante, pero les hago ver que también tengo otro pueblo y que el camino es largo y difícil. Tengo la impresión de que no son capaces de controlar bien sus reacciones, pero es lo que tenemos y con lo que hay que trabajar. Me pregunto si la guerra no ha dejado desajustes.
En el pueblo siguiente hay unos cuantos adultos y jóvenes que otras veces no solía haber. Unos han venido, a otros les han invitado a venir y, después de un comentario del evangelio hay también algo sobre la escuela a la que no prestan mucho interés. Por mi parte les hago ver que estoy presente cada viernes para rezar y siempre que encuentro interés es la gente me hago presente entre ellos para animar a los que están interesados. No vengo a dar nada a quien no está interesado en ello. Creo que ha habido bastante costumbre por parte de ongs y organismos de dar cosas sin pedir nada a cambio y eso se nota ahora, pero no estoy dispuesto a hacer algo que pienso que no es la forma de tratar a la gente.
El tiempo avanza y el camino es difícil por lo que llegamos a casa más tarde de las diez, con lluvia incluida y con los que hemos recogido ene l camino que estaban a pie y que me dan las gracias por el transporte. Y así por lo menos me doy cuenta de que si en el catecismo no ha habido un gran éxito, por lo menos a los que hemos encontrado en el camino, les hemos hecho un favor por el que están contentos y agradecidos.

En la calle me encuentro a Joseph que viene con tres chicas que conoció en Lungi y que han venido para el fin de semana. Eran del coro de la parroquia y ahora estudian en la universidad y vienen a pasar el fin de semana, aunque lo tendrán pasado por agua, pues llueve en todo momento.

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