Vistas de página en total

viernes, 1 de julio de 2016

1 de Julio de 2016

Viernes

Por la noche estuvimos sin luz, pero los relámpagos iluminaban la oscuridad y la lluvia cayó abundante, lo que hizo que no hubiera mucha gente para la misa por la mañana, que también estuvo acompañada por la lluvia abundante.
Después de desayunas hablo un momento con Joseph y decidimos ir juntos a ver al obispo, pues tiene asuntos que tratar y yo tengo unos papeles de terrenos en los pueblos para firmar, pero cuando acaba la lluvia voy a visitar a un grupo de gente joven que han formado una asociación y trabajan en el campo. Me han invitado con interés, que les venga a ver y lo hago con gusto. Veo los trabajos que están haciendo en el campo y saludo al grupo que se ha reunido. Me parece que tienen interés en que les ayude económicamente, pero les he dicho que mi prioridad son los niños en las escuelas, que ellos son adultos y pueden valerse mucho mejor, en especial ellos que han hecho estudios.
Me muestran varios sitios en los que trabajan y les animo a que sigan haciéndolo, y también les digo que aconsejar y animar es posible, pero económicamente tengo las cosas comprometidas con los alumnos de las escuelas. Después de hablar un rato con ellos y animarles en lo que hacen me vuelvo, pues el tiempo se pasa y donde estoy no hay señal para el teléfono. Cuando consigo señal, Joseph me hace saber que el obispo está ocupado y que no nos puede recibir. Llevo los papeles para que los firme y vengo a casa esperando que los pueda tener para mañana llevarlos a que los firmen en los pueblos.
Antes de salir hacia Cassama, Joseph me da los papeles firmados por el obispo. Me voy tranquilo, pero el camino ahora es largo, cuesta hora y media recorrerlo. La lluvia trae su bendición para los campos, pero sus problemas para los caminos. Además al principio les cuesta venir y pienso en qué voy a hacer, pero luego, aunque con retraso vienen unos cuantos con los que intento mantener un diálogo sencillo, pero muy claro que si no vienen y si no veo progresos en las reuniones, me lo pensaré antes de venir y en especial ahora con las lluvias.
Les recuerdo que cuando vine al principio me dijeron que hacía treinta años que no venía un cura, pero ahora les puedo decir que hace más de sesenta veces que vengo cada viernes y empiezo a preguntarme si merece la pena seguir viniendo.
Veo que quieren que venga, pero les pido que me lo digan con las obras, no de palabra. Les hago ver que les hablo y no siguen lo que les pido que hagan, pues ha habido parejas que se han peleado de nuevo, lo que implica que no rezan juntos y también que no van a rezar los unos con los otros, pues no se preocupan por las parejas que tienen problemas. Y se dan cuenta de que lo que les digo es verdad y les hago ver que si queremos hacer comunidad es así como tenemos que proceder y ser amigos primero la pareja y luego los hombres con los otros hombres del grupo y las mujeres con las mujeres… Y es que lo que hay debajo es la desconfianza africana que siempre veo al otro como un posible enemigo en vez de verle como un hermano o un amigo, como nos enseña Jesús… Y les pregunto si me ven como su amigo personal y cercano y me responden afirmativamente; y la pregunta es clara, si conmigo sí, por qué con los otros no… Y necesitamos tiempo y paciencia y convertirnos. Y ahí estamos.
En el otro pueblo, Gbalehun, seguimos con los críos y muy pocos adultos e intento adaptarme a ellos y contarles un cuento y, como no son muchos, pedirles que la semana que viene vengan con alguno más, amigo o vecino, cosa que me prometen.
El camino de vuelta es largo, pero no muy complicado porque, aunque ha llovido, ya ha habido un poco de tiempo de que seque, y está practicable. En casa Joseph me dice que estaba preocupado, en especial porque había llovido fuerte, pero en el camino no tuvimos lluvia.

No hay luz, pero con la batería sigo las noticias y escribo la crónica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario