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viernes, 8 de julio de 2016

8 de Julio de 2016

Viernes

Amanecemos sin luz. Después de la misa de la mañana, tengo un rato de clase con el profesor de lengua local. Nos lo pasamos bien juntos, pues disfrutamos de la clase; yo de cómo me la da y él de verme interesado y contento con lo que me enseña.
Desayuno a la carrera y voy a Balei a decir la misa del final del año en la escuela. Hay buen ambiente y no mucha preparación. Se suman algunos del coro que animan los cantos. Y les reparto los caramelos que había preparado para el otro día. Están más que felices con ello y van al campo de fútbol donde han organizado un partido.
A la vuelta intento de nuevo contactar con la ong y su responsable en la zona, pero como de costumbre, no está presente. Hay un buen número de gente que se apunta a viajar de varios colores y pelajes. Desde los que vienen a un funeral a los que van a visitar un enfermo en el hospital y otros que no me han dicho el motivo, pero el vehículo está lleno.
En casa Joseph ha tenido también una misa con los alumnos de otra escuela y  nos encontramos un momento, pues tiene otro encuentro con un grupo. A la hora de comer  me preparo algo de las latas y después de la siesta salgo hacia los pueblos.
El camino es largo y cada vez más deteriorado. En Cassama me dicen que este año las lluvias vienen con retraso, pues el nivel del río aún no ha subido mucho, aunque ya lleva buena cantidad. La reunión hoy es tranquila, pero tratando temas que les hago ver que tienen que asumir y que no noto que estén en ello. No comparten lo que han vivido durante la semana, signo de que no lo hacen bien en pareja. Tampoco les preocupa el que otra pareja tenga problemas, lo que me dice que no van a rezar con los demás y no son amigos los unos de los otros. Se dan cuenta de que lo que les digo es la realidad y ven que lo que hay que hacer es tomarlo en serio, cosa que me prometen que van a hacer. Por lo menos la sensación que tengo es de que se han tomado en serio lo que les digo y que ven que es lo que tienen que hacer. Veremos el resultado que da.
En Gbalehun seguimos con poca gente y hoy les llama la atención el que les leo el evangelio en su lengua y lo entienden bien y son capaces de repetir lo que les he leído. Pero han olvidado lo que me prometieron la semana pasada y sólo uno ha venido con alguien nuevo, lo que aprovecho  para invitarles a repetir la cosa esta semana y hacerles ver que hacerlo es posible, pues alguien lo ha hecho.
En el camino hay gente que viene hacia casa y están contentos de entrar en el vehículo. Cuando llego a Tikonko, el pueblo importante en el camino, me encuentro con un buen grupo de gente que viene a la oración que están en la casa del jefe y me esperan, pues les había dicho que volvería hacia esta hora.
Tenemos una reunión con el jefe y su esposa presentes. Les digo que no son serios a la hora de la oración y que no están motivados para el trabajo en la parcela que tienen alrededor de la iglesia. Les hago ver que el jefe les ha conseguido el terreno y ellos no han hecho ningún esfuerzo y así no le dan el valor que tiene. Les comento también que la oración en grupo es la forma de tener algo en común y estar motivados para hacer cualquier cosa que se propongan. Les hago ver que hace seis meses que les sigo de cerca y conozco por donde andan las cosas y si quieren seguirme lo que tienen que hacer es rezar juntos y venir al catecismo, que estoy disponible para ellos.
Tienen también pendiente el plantar árboles en la parcela de la iglesia, pero no estoy seguro de que lo vayan a hacer ahora mismo. Por lo menos hemos quedado en que mañana podemos seguir con las cosas que quieren cuando nos encontremos a la hora del catecismo.
Es tarde y el camino lleva tiempo. Llego a casa más de las diez, cansado y contento de ver que podemos estar en camino de solucionar alguna cosa en un pueblo.

En casa no hay luz ni conexión. Después de cenar aparece Daniel, el salesiano que está en Lungi y que ha venido unos días de vacaciones. Joseph está cansado y se va a acostar. Viene la luz y entonces pongo las baterías a cargar y trato de hacer la crónica, con lo que me dan las doce, buena hora para pensar en dormir, pues mañana a las cinco comenzamos nueva jornada.

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