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martes, 5 de julio de 2016

5 de Julio de 2016

Martes

Ha llovido por la noche y la temperatura es fresca. Lavarse por la mañana cuesta un poco por la sensación de frescor, pero no va más lejos, pues la temperatura de la habitación es de veinticinco grados. Es martes y me toca ir a Nagoyon, donde la semana pasada no pude llegar. El camino está un poco seco y puedo pasar sin problemas, pero donde antes era menos de media hora, ahora son tres cuartos de hora largos el mismo recorrido.
La gente espera rezando el rosario y otros van llegando, en el momento que amanece. Lo que sirve de capilla, un reducido recinto, está lleno, y compruebo que hay algunas caras nuevas. Al final les reparto unos caramelos que llevaba para la escuela, pero no tienen clase y por eso les he repartido a los que vinieron a misa.
De vuelta me paro un momento en Tikonko para hablar con la mujer del jefe. Nos ponemos de acuerdo que durante la semana buscaremos un tiempo para encontrarnos y poder tratar el tema de la limpieza del terreno de la iglesia y la presencia de los catecúmenos.
Joseph está desayunando con alguien que fue su compañero de estudios y un rato seguimos la conversación sobre temas del momento y de la parroquia. Están preparando la primera misa de un cura que se ordenará el sábado y hay mucho que organizar.
Voy un momento a la cáritas para saludar a los que están en la oficina y ver si están en disposición de trabajar en pozos, pero no está la persona con la que quiero encontrarme.
Por la tarde debería ir a los pueblos para el catecismo, pero el coche ha comenzado a hacer unos ruidos en la pista que me dicen que quizás es mejor ver al mecánico y no darle muchos viajes.

La luz viene y se va y la conexión a internet es tan débil que difícilmente pasan los mensajes, pero por lo menos pasan, que no es poco.

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