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domingo, 29 de enero de 2017

29 de Enero de 2017

Domingo

Me toca la misa en casa y eso hace que no tenga prisa en levantarme. Seguimos sin luz y aprovecho para leer un buen rato antes de ponerme en circulación.

La misa comienza a la hora y con muchos que llegan retrasados y al final veo que hoy no ha habido mucha asistencia. Por lo menos en la homilía les hago ver que cada vez que venimos a la iglesia tenemos un reto de parte de Jesús para cada uno de nosotros y que no se trata de venir a misa, sino de encontrarnos con un Dios que nos quiere y nos invita a reconocerle como diferente a nuestra forma de pensar y actuar y que cuenta con nosotros para hacerle conocer por los que aún no saben de Él.

La segunda misa no está muy concurrida, pero llegan más puntuales. Repito la misma idea y hago una parte de la misa en lengua local, lo que les llama la atención pues no me habían oído decir la misa en su lengua.

Después de misa y algunos encuentros con varias personas me tomo un plato del arroz que nos han preparado y me voy a dormir un rato la siesta, que la tarde es larga.

Para comenzar tengo reunión en Tikonko con los líderes de las diferentes comunidades de los pueblos. Hay varios pueblos que no han venido… y después de leer el evangelio y comentarlo nos metemos en la programación del mes que es sencillo y luego en asuntos concretos de las comunidades, en particular los de Tikonko hablan de bautismos en su comunidad, pero les hago ver que es una ilusión pensar en el bautismo con los que acaban de comenzar a venir. También hablan de la escuela y les digo lo mismo, que les he pedido la lista de los alumnos que vamos a tener y que hasta ahora no los he visto. Me prometen que la tendrán y les digo que la espero. A veces el catequista se deja llevar por la ilusión, pero le bajo a la realidad sin tardanza.

Acabamos la reunión con un plato de arroz y pescado que han preparado en la casa del jefe y que todos comen con ganas, y acto seguido salimos hacia Nagoyon donde nos esperan para la misa que no han tenido por la mañana.

Como no podía ir por la mañana les he ofrecido la tarde y me han sugerido la hora. Veo que vienen, quizá no tantos como otros domingos, pero si numerosos. Decimos la misa en el exterior ya que la iglesia es demasiado pequeña para albergarnos a todos.

La vuelta a casa la hago bien acompañado, pues siempre hay gente que se apunta al viaje y ahora se puede circular, aunque sea llenándote de polvo. En casa seguimos sin luz y la conexión deja bastante que desear. Luego viene un momento la luz y trato de cargar las baterías y escribir la crónica, ya que los mensajes del correo no entran ni tampoco salen.

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