Después de desayunar Jos va a Tikonko y yo hago la
limpieza y de los sábados y pequeñas cosas de la casa. A su vuelta voy a buscar
dinero al cambista. Aquí se cambia dinero en el banco, pero también lo cambian
en la calle y la proporción es mucho más interesante en la calle. Al principio
me parecía imposible, pero las cosas funcionan así por aquí.
Después de comer y echar la siesta, voy a los pueblos.
Hoy toca reunión con las parejas y para comenzar me llevo a unos cuantos críos
que vuelven del mercado donde han llevado verduras para vender. Tienen los
canastos donde las han traído.
Empezamos con dos muchachas, pero ellas me van diciendo
a lo largo del camino los que vienen delante para que les recoja, hasta que el
vehículo está lleno… Es una alegría para ellos que vuelven cansados y para mí el
poder llevarles después del esfuerzo que han hecho para venir cargados hasta el
mercado.
En la reunión de
parejas primero me lo tengo que tomar con clama. Hemos ido a buscar a las
granjas a los que la semana pasada no vinieron. Uno había ido de viaje y el otro
estaba secando gari (mandioca rallada) en la granja, en plena faena, sudando la
gota gorda, pues el trabajo se hace sobre el fuego y en una gran masera
metálica, se trata de remover la masa de forma que el calor seque la mandioca
que está totalmente llena de agua. Por supuesto no puede venir.
Para la reunión estamos tres parejas y media. Rezamos y
comienza la sesión con comentarios sobre los que hemos visitado y la conciencia
de saber que cuando yo no esté, pues iré de vacaciones, les toca a ellos
continuar las reuniones, cosa que me prometen y yo les recuerdo que prometer
parece ser la especialidad de aquí, para luego no hacer. Ellos me aseguran que
con ellos no va a ser así.
Por lo menos hay algo de positivo,
pues una pareja hace el comentario sobre cómo ha visto que otra pareja, en el
momento en el que el marido estaba dispuesto a comenzar una pelea, cosa que se
suele dar con cierta frecuencia, la mujer le persuadió de que no se peleara y él
hizo caso y ahora en la reunión comentaban que estaban muy contentos de ello,
tanto el marido por no haberse peleado, como la mujer por haber sido escuchada
por el marido.
También las otras parejas decían lo mismo, que el rezar
juntos les ayuda a comunicarse y eso es importante, pues en momentos en que uno
puede hacer algo que está mal, el otro le puede aconsejar y hacerle cambiar de
parecer. Esto lo reconocen como un logro importante y que se está haciendo cosa
corriente en ellos.
Para finalizar rezamos y les doy la
bendición. Les deseo que se tomen las reuniones en serio en el tiempo de mi
ausencia y me prometen que lo harán y que a mi vuelta serán más numerosos. Por
lo menos algo tiene de positivo el deseo, esperemos que se haga
realidad.
Mi sensación es que hay que tomarse las cosas con calma,
pero la realidad es que para ellos el cambio que se está produciendo es muy
significativo. Quizá me gustaría que las cosas fueran más rápido, pero sé que
tengo que adaptarme al ritmo de cada pareja y apoyar y acompañar los esfuerzos
pequeños o grandes que hacen y siempre reconocer como una auténtica gracia de
Dios el que pueda vivir con esta gente una experiencia tan singular para ellos y
tan interesante para mí; y, por supuesto, agradecer a Dios el que pueda estar
disfrutando de su presencia con estas parejas.
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