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sábado, 12 de julio de 2014

12 de julio de 2014

Sábado

  Después de desayunar Jos va a Tikonko y yo hago la limpieza y de los sábados y pequeñas cosas de la casa. A su vuelta voy a buscar dinero al cambista. Aquí se cambia dinero en el banco, pero también lo cambian en la calle y la proporción es mucho más interesante en la calle. Al principio me parecía imposible, pero las cosas funcionan así por aquí.
       Después de comer y echar la siesta, voy a los pueblos. Hoy toca reunión con las parejas y para comenzar me llevo a unos cuantos críos que vuelven del mercado donde han llevado verduras para vender. Tienen los canastos donde las han traído.
       Empezamos con dos muchachas, pero ellas me van diciendo a lo largo del camino los que vienen delante para que les recoja, hasta que el vehículo está lleno… Es una alegría para ellos que vuelven cansados y para mí el poder llevarles después del esfuerzo que han hecho para venir cargados hasta el mercado.  
       En la reunión de parejas primero me lo tengo que tomar con clama. Hemos ido a buscar a las granjas a los que la semana pasada no vinieron. Uno había ido de viaje y el otro estaba secando gari (mandioca rallada) en la granja, en plena faena, sudando la gota gorda, pues el trabajo se hace sobre el fuego y en una gran masera metálica, se trata de remover la masa de forma que el calor seque la mandioca que está totalmente llena de agua. Por supuesto no puede venir.
      Para la reunión estamos tres parejas y media. Rezamos y comienza la sesión con comentarios sobre los que hemos visitado y la conciencia de saber que cuando yo no esté, pues iré de vacaciones, les toca a ellos continuar las reuniones, cosa que me prometen y yo les recuerdo que prometer parece ser la especialidad de aquí, para luego no hacer. Ellos me aseguran que con ellos no va a ser así.
        Por lo menos hay algo de positivo, pues una pareja hace el comentario sobre cómo ha visto que otra pareja, en el momento en el que el marido estaba dispuesto a comenzar una pelea, cosa que se suele dar con cierta frecuencia, la mujer le persuadió de que no se peleara y él hizo caso y ahora en la reunión comentaban que estaban muy contentos de ello, tanto el marido por no haberse peleado, como la mujer por haber sido escuchada por el marido.
       También las otras parejas decían lo mismo, que el rezar juntos les ayuda a comunicarse y eso es importante, pues en momentos en que uno puede hacer algo que está mal, el otro le puede aconsejar y hacerle cambiar de parecer. Esto lo reconocen como un logro importante y que se está haciendo cosa corriente en ellos.
         Para finalizar rezamos y les doy la bendición. Les deseo que se tomen las reuniones en serio en el tiempo de mi ausencia y me prometen que lo harán y que a mi vuelta serán más numerosos. Por lo menos algo tiene de positivo el deseo, esperemos que se haga realidad.

       Mi sensación es que hay que tomarse las cosas con calma, pero la realidad es que para ellos el cambio que se está produciendo es muy significativo. Quizá me gustaría que las cosas fueran más rápido, pero sé que tengo que adaptarme al ritmo de cada pareja y apoyar y acompañar los esfuerzos pequeños o grandes que hacen y siempre reconocer como una auténtica gracia de Dios el que pueda vivir con esta gente una experiencia tan singular para ellos y tan interesante para mí; y, por supuesto, agradecer a Dios el que pueda estar disfrutando de su presencia con estas parejas.

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