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domingo, 13 de julio de 2014

13 de Julio de 2014

Domingo

   Es domingo y desde la mañana las cosas van rápidas. Vamos a Tikonko y dejamos a Jos. Hoy viene con nosotros la madre de Daniel, el salesiano cura, que nos ha acompañado otras veces y que nos echa una mano con los cantos y también interviene a veces ayudando en la traducción o con comentarios.
           Hoy cuando íbamos a Valehun me ha hecho un comentario que me ha llamado la atención, y es que no coja en el vehículo a quien lleva un machete en la mano… Está pensando en mi seguridad y me hace ir hacia atrás a los tiempos vividos de la guerra. Yo le agradezco el comentario y le pido que me haga todos los que le parezca, que cuando me habla me estoy imaginando que ella habla a su hijo y yo también trato de recordar los consejos que me daba mi madre.
       Luego, en el pueblo, mientras estamos saludando a la gente le hago ver que cuando alguien entra en el vehículo es generalmente una gran alegría y eso es un predisponerse favorablemente a que un día vengan a la iglesia. Le hago ver que es lo mismo que hago en el pueblo al pasar saludando a la gente. Primero nos conocemos y puede que más tarde vengas a ver lo que se hace en la iglesia, en particular en un pueblo donde hay muchos de religión tradicional, que son los más dispuestos. Ella comprende la situación y prometemos seguir con nuestra comunicación.
       Como de costumbre les cuesta venir a la hora, pero al final hay un buen número y cada vez hay más adultos. Hoy para ilustrar las lecturas les cuento un cuento que siguen todos con mucho interés y me prometen que van a venir a rezar el miércoles y el viernes.
        Al finalizar la oración descubro que lo que habían prometido la semana pasada se cumple, el maestro está esperándome con su mujer y sus pertenencias y los traslado a su pueblo de residencia. Para mí es una alegría el ver que lo que el maestro esperaba se empieza a realizar. Ahora encargaré a otra pareja que les siga de cerca y les ayude a rezar juntos.
       En el segundo pueblo la lluvia amenaza y acabamos teniendo que entrar en plena celebración en la pequeña capilla. Por suerte no va muy lejos y luego luce el sol, pues hay gente que está al exterior.
         Repetimos el mismo esquema de celebración y el cuentecito que la gente sigue con interés, lo mismo que prometen rezar y escuchar la Palabra de Dios durante la semana. Aquí sigue aumentando el número de adultos que vienen y se ve que las cosas van progresando.
        Al final de la celebración el vehículo está lleno y es que hay una reunión de los líderes de las comunidades en Tikonko y se han puesto de acuerdo para que los traslade. Me da gusto ver cómo son capaces de organizarse y de responder a sus compromisos.
        Volvemos a casa, comemos, echo la siesta y rápidamente me vuelvo para participar en la reunión, al menos que me vean y que sepan que estoy con ellos. La lluvia es persistente e intensa y el camino complicado, pero la alegría de estar con ellos merece la pena y el ver que se sienten apoyados también es algo a tener en cuenta.
        Acabada la reunión voy a Lembema, el pueblo de las sorpresas y hoy el maestro está indispuesto y no viene a rezar, pero yo me paseo por el pueblo cuando la lluvia ha cesado y los críos me acompañan saludando a la gente. Como ha venido el catequista, es él quien dirige la oración y juntos leemos la Palabra de Dios. De nuevo les cuento la historieta y todos siguen con atención, prometiéndome que van a rezar y leer la Palabra de Dios durante la semana.
       A la vuelta de nuevo está lloviendo. En camino cogemos a los que vienen a pie y mojados, cosa que agradecen y, llegados a destino, dan las gracias efusivamente. De vuelta a casa estamos en las mismas, llueve abundantemente, el camino está difícil, pero por suerte nada hay que me impida llegar a casa tranquilamente.
          En casa, cansado y contento del día doy gracias a Dios por la experiencia vivida en todos y cada uno de los diferentes encuentros que he tenido, por tantas personas con las que me he cruzado hoy y por todo lo que hemos compartido y vivido juntos y le pido que así como lo hemos hecho hoy aquí, un día todos juntos lo hagamos con Él.


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