Comenzamos un nuevo mes y lo hacemos bajo la perspectiva
de la visita del provincial y las ordenaciones de dos salesianos que tendrán
lugar el próximo veinte aquí en nuestra ciudad de Bo, además de la profesión
perpetua de un salesiano coadjutor en Freetown.
La mañana ha estado nublada, pero
eso no me ha impedido secar la colada, estudiar lengua y leer. Después de la
siesta voy a buscar a la señora Cecilia, la madre del salesiano Daniel que me
acompaña a los pueblos. Hoy me paro un rato en el pueblo del catequista, donde
estudiamos un rato la lengua local y luego vamos a rezar a Baley, el pueblo
siguiente en la pista.
Me paseo un rato saludando a la gente y al final nos
juntamos en una casa una veintena de personas, casi todos adultos. Durante la
oración observo a unos y otros y veo que hay quien no sabe las oraciones
comunes…
Salifu, el maestro que dirige la
oración y que forma parte del grupo de las parejas me hace ver que cuando visita
a alguien para rezar, después hay otros grupos que vienen y hacen lo mismo y la
gente no se decide por venir a rezar con nosotros. Le hago ver que para nosotros
el objetivo no es que vengan a rezar, sino el presentarles la oración que se
hace en pareja y los cambios que ello supone en la vida de la pareja, que eso es
lo que tiene que hacer, no invitar a rezar, sino mostrarles que la oración que
se hace juntos, provoca cambios importantes en la forma de vivir la vida de los
casados.
Aprovecho un momento
antes de darles la bendición para hacerlo ver a los que están presentes y lo
apoyo con el testimonio de dos parejas que están presentes. Todos me dicen que
rezarán en familia y les animo a
hacerlo.
En la vuelta a casa nos pilla la
lluvia, pero no hay problema. Ya estamos acostumbrados a tener cada noche la
lluvia y hoy no es excepción.
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