Seguimos con los días nublados. Paso la mañana leyendo y
estudiando. Por la tarde voy a rezar a Balei, pasando por el pueblo del
catequista, donde me paro un rato a saludar a la gente y conversar con unos y
con otros, pues el catequista aún no ha venido.
Hablo con Daniel quien me dice que
va a ir a visitar a las parejas que no vinieron ayer a rezar, al mismo tiempo
que yo voy al otro pueblo a rezar.
Cuando llego me encuentro con la gente que vuelve de los
trabajos de los campos. Se lavan y algunos se presentan para rezar. Aprovecho
ese momento para recomendar a una pareja la nueva que acaba de llegar. Ya lo
había hecho anteriormente, pero ahora cuando los dos están juntos, lo escuchan y
será más fácil el encuentro posterior.
Un maestro está en la entrada de la escuela rellenando
los boletines de notas de los alumnos que mañana acabarán las clases. El agua ha
entrado en las salas de clase y están inundadas. Los pupitres están fuera en el
pasillo y allí rezamos los pocos que estamos presentes.
Seguimos en la misma tónica, tanto a la ida como a la
vuelta hay gente en el camino a la que invito a subir al vehículo y me lo
agradecen, pues es el ahorro de una buena caminata y en especial ahora que
vuelven de los campos cansados del trabajo del
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