La luz nos ha abandonado y me levanto con
la luz de la linterna, lo mismo que luego en la oración. Para la misa hay un
grupo no muy numeroso de personas. Hoy recordamos a la Virgen de Fátima, además
de a la fundadora de las salesianas, que nos toca de familia.
Después de misa el profe de lengua me da
un rato de clase y después del desayuno me doy una vuelta por el centro de
pastoral donde encuentro al encargado de los cursos de los catequistas y
hablamos un poco sobre la situación de los catequistas que tengo en los
pueblos. También en la cáritas hablo sobre los que construyen pozos, que
piensan venir y concertamos una entrevista. Luego salgo con el vehículo en
busca de los papeles de los que recibieron sacramentos, que están en la
parroquia, pero aquí toca esperar.
Voy a visitar a mi amigo Emmanuel, el
señor que trabaja en reforestación y me dice que están de luto y que no me
puede acompañar a la escuela, (ha muerto un compañero de trabajo en un
accidente de tráfico), pero logro que venga conmigo y me enseñe el vivero que
tienen en otra parte de la ciudad y que me resulta muy interesante, pues hay
anacardos bien crecidos, lo que nos da más posibilidades de plantar en la
escuela y en otros sitios. Se muestra muy amable y dispuesto y veré si durante
la semana que viene logro alguna cosa más de él o de otras personas que pueda
recomendarme.
Sigo hacia la catedral y me recibe un
momento el obispo con quien hablo del colegio de Bo y de los maestros que
pienso que puedan asistir a las clases y seguir su formación. Está encantado,
pero parece que el problema es que aún no está reconocido por el Estado.
También hablamos de los pueblos y él nos ofrece recuperar la parte de la
parroquia que dejamos cuando nos encargamos de santa Teresa, una estación que
se llama La Madonna. Lo que quiere decir que habrá más trabajo y necesidad de
refuerzos. De todas formas eso es algo que concierne al provincial y cuando
venga hablaremos del tema.
A la salida veo al cura párroco de la
catedral y nos entendemos porque tienen problemas de agua. Le digo donde pueden
encontrar agua abundante, (le sorprende verme buscar el sitio con el péndulo),
y la posibilidad de contactar con los que nos han hecho los pozos a nosotros,
cosa que haré sin tardar.
Nos encontramos en casa para la comida,
que nos traen de fuera, pues la cocinera sigue enferma y después de la siesta
salgo hacia los pueblos. Ha llovido y el camino está menos polvoriento, pero se
va degradando con el agua. En Cassama hay algunas parejas, pero hoy parece que
no toca tomarse las cosas en serio; aunque me dicen que rezan el rosario por
las casas, algo que no he venido a ver porque lo hacen a las nueve de la noche
y este pueblo está a veinticinco kilómetros de casa, lo que me hace tomar las
cosas con cierta calma…
En Gbalehun no tienen prisa y comenzamos
con un cierto retraso, lo que me permite saludar a la gente en algunas casas y
enterarme de que un señor mayor a quien visitaba regularmente, ha fallecido
esta semana. Les digo que rezaré por él.
En el rosario hay una cuarentena de
personas, bastantes niños y le rezamos en una de las casas. Aquí tienen
costumbre de rezarlo y los que dirigen lo hacen conociendo las cosas.
Vuelta a casa cargado con carbón y leña
que la madre de Daniel ha comprado y que traemos a su casa. La cena, hoy con
luz, y leer las noticias y hacer la
crónica son las ocupaciones que me distraen antes de pensar en acostarme.
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