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lunes, 30 de mayo de 2016

30 de Mayo de 2016

Lunes

Amanece un día tranquilo, nublado. Ha llovido por la noche y la temperatura es agradable. La gente viene a la misa y después me encuentro con el profe de lengua que me da un rato de clase. La lectura se me va haciendo cada vez más familiar, aunque me queda mucho aún por hacer en la lengua.
Tengo un encuentro para preparar un funeral por una persona que ha muerto (aquí los funerales se hacen tiempo después de la muerte de la persona) y tratamos de atar todos los cabos necesarios, pues el funeral implica la misa de la víspera por la noche y la misa del día, seguida del entierro del finado. Espero que estén contentos con lo que les ofrezco. Mi interés es siempre que las fiestas que hacen para los muertos no maten a los vivos con las deudas que les dejan después de pasado el evento.
Seguimos solos Joseph y yo, pues los trienales han ido a una reunión y aún no han venido. Voy con Joseph a ver el vivero de las plantas para que vea lo que hay y pueda elegir algo que le agrade para el seto que queremos poner en casa para protegernos del polvo. Después me entretengo en hacer algunas compras y después de comer preparo cosas para mañana que habrá gente que viene de los pueblos en peregrinación.
A la hora del rosario empiezo por Towama que lo hacen antes. Hoy hemos estado en la casa de la familia que nos dio el terreno y les he dado las gracias a la vez que les he explicado los planes que tenemos para el futuro.
En Tikonko he comenzado por visitar a los matrimonios con los que estoy trabajando y los hombres han venido conmigo a rezar mientras las mujeres han quedado en casa haciendo sus labores. El catequista no se ha presentado y he podido ver la dificultad que tienen los demás a la hora de valerse para dirigir un rosario… Y sigo viendo que es una comunidad que tiene buenas intenciones, pero la cosa no va mucho más lejos y necesita tiempo para ir madurando lo que tiene y creando nuevas perspectivas para el futuro.
Durante el tiempo de rezo del rosario la lluvia nos visita con cierta intensidad y también me acompaña en un trozo del camino, pero luego, antes de llegar a la ciudad, el panorama cambia completamente, pues aquí no ha llovido y el camino está seco y polvoriento, mientras que en el otro lado el agua llenaba el camino.


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