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lunes, 22 de mayo de 2017

22 de Mayo de 2017

Lunes

Hay luz y podemos celebrar la oración en la capilla. Después voy a Madonna donde hay un buen grupo y a quienes invito a que vengan con otras personas, lo mismo que escuchamos como sugerencia en las lecturas.
El desayuno es movidito, pues hay gente que va y viene y los últimos grupos de jóvenes que se preparan para el regreso. Y sin acabar de esto, ya tengo al mecánico que viene con el vehículo y salimos en busca de la arena. Paso antes por Nagoyon y dejo los víveres para la semana que no había podido dejar primero.
El viaje hasta el río ha sido bueno y sin ningún percance. Tenemos montones de arena para elegir y en cuanto nos decidimos comienza la carga. Y a partir de aquí comienzan los problemas, pues en cuanto quiere arrancar, un neumático no responde y, claro, el de repuesto tampoco está en forma y hay que venir a la ciudad a reparar el  neumático y a comprobar que en Bo no hay neumáticos de la medida del neumático del camión… Reparado el neumático en Bo, volvemos a buscar el camión, se repone la rueda y se vuelve a cargar, como la primera vez y, contentos emprendemos le viaje de regreso.
Hay un cierto problema para salir de los hoyos cercanos al río, pero después venimos a buena velocidad una parte del camino, hasta que en una de las cuestas, se rompe una pieza de la caja de cambios y el vehículo queda entrampado en el camino de forma que no hay manera de pasar.
Vuelta a buscar gente para descargar la arena y empujarle de forma que quede aparcado en la orilla del camino hasta que vengan a buscarle con la grúa. Eso será pasado mañana, pues el mecánico tiene comprometido el día de mañana y no lo puede hacer.
Esto nos ha llevado toda la tarde y la noche se ha echado encima. Por suerte estoy cerca del camión con el coche que utilizo para los pueblos y soy el que busca, recoge, transporta y vuelve a su sitio a los que han venido del pueblo para maniobrar con el camión. Aquí los camiones suelen ser viejas carcasas y sobre todo en el momento del arranque y en las cuestas, que es un momento en que no tienen fuerza suficiente, los que están alrededor tienen ya la costumbre de empujar, y esto parece ser que es algo muy usual, pues se hace sin esperar a que se organice. Los que están cerca, se arriman al vehículo y empujan con toda naturalidad y creo que son bastante eficaces.
He tomado unas cuantas fotos, pero como era ya contra tarde y había poca luz, no sé la calidad que tendrán.
En el camino, la gente que vuelve de los campos, reconoce el vehículo y sigue pidiendo que se les traiga a casa, lo que hago encantado, simplemente por ver la sonrisa que tienen en la cara.
Dejo al mecánico y a los aprendices en su taller y vengo a casa. No hay luz y encuentro en ell comedor al misacantano hablando con el clérigo. Joseph tiene una reunión con una pareja y Segej ha tenido problemas con el vehículo y no ha venido. Llevo a Augustine a su casa y cuando vuelvo y estoy resignado a ponerme a leer en el libro electrónico, aparece la luz, lo que me permite cargar las baterías del ordenador, teléfono, cámara de fotos, linternas…
Hoy no hay conexión, así que noticias, para otro día.


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