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martes, 9 de mayo de 2017

9 de Mayo de 2017

Martes

Voy a rezar a Nagoyon y la pista se va deteriorando con las lluvias, pero todavía es practicable. Me encuentro un buen grupo rezando el rosario y en la misa hoy hay bastantes adultos. Se les ve cansados del trabajo y a la vez contentos y orgullosos de lo que hacen.

Después de la misa tengo un encuentro con varios de ellos, primero personalmente y al final en grupo. Unos y otros me presentan sus dudas, temores, expectativas. A cada uno intento dar una respuesta en la medida en la que me es posible. Sobre todo la cuestión de la construcción es un reto para todos, para mí también, y eso es lo que les digo que todos desde nuestra situación tenemos que dar respuesta a lo que tenemos por delante en la medida que podemos. Creo que están convencidos de que la cosa es dura, pero es posible salir adelante. Y a mí lo que me preocupa es la madera para la cubierta, pero el que corta la madera estuvo ayer con nosotros y parece que las cosas van por buen camino.

En casa, después del desayuno me entretengo en desempaquetar y montar la máquina aspiradora y enseñar cómo funciona. Les llama la atención ver cómo absorbe el polvo y todo queda limpio. Creo que tenemos una buena cosa para la casa y las alfombras de la iglesia.

Segej ha ido de viaje y Joseph está envuelto en las tareas de preparación y acondicionamiento de la iglesia y alrededores. En la comida compartimos lo hecho por la mañana y después de comer y echar un rato la siesta, me coy a los pueblos, pasando por el taller del mecánico, donde están en pleno trabajo de remontar el vehículo y sin fecha de fin.

En Nagoyon los trabajos de la capilla siguen y el ritmo es aceptable. Estoy un rato con los que trabajan y con el albañil que vino del norte. Son serios, trabajadores y responsables. Han hecho las cosas bastante bien y espero que antes de un mes la obra pueda tener el techo, si es que otro contratiempo no lo impide.

En Balei me doy una vuelta por el pueblo. Visito una casa en particular que tiene unos cuantos árboles plantados alrededor y les indico la manera de podarlos para que den pronto fruto, en particular los anacardos. Después rezamos el rosario donde un señor muy mayor que tiene una casa nueva. Me explican que tiene un hijo en América y que le ha enviado el dinero para hacer la casa. Al final hay más de sesenta personas rezando, un buen número críos.

En Nagoyon también han rezado el rosario, pero me esperan para que les dé la bendición, cosa que hago sin tardar y me embarco en el camino de casa, siempre con voluntarios que se apuntan al viaje.

En casa, como de costumbre sin luz. Después de cenar leo un rato y la luz viene y me permite el trabajo normal de la noche.

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