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sábado, 27 de mayo de 2017

27 de Mayo de 2017

Sábado

Como es último sábado de mes, toca limpieza y las calles hasta las diez suelen estar desiertas o poco transitadas. Después de la oración, voy al vehículo y no arranca… Paciencia y a pie me dirijo a Madonna. Hoy no hay motos y hago todo le camino a pata, un paseíto agradable, pero que como estoy mirando la hora, llego sudando…
La misa es algo agradable. Trato de hacerla familiar y cercana. Hay alguien que cumple los años y lo celebramos. Les animo a que se acerquen y yo estoy cerca de ellos… Intento formar un cierto ambiente de cercanía. Creo que lo sienten, pues al salir me saludan y uno me acompaña en el trayecto de vuelta y me enseña un atajo que no conocía para llegar pronto a casa.
Cuando llegamos hay quienes esperan para limpiar la iglesia y quieren la llave. Es que el último sábado solemos hacer la misa por la tarde en la gruta. También están los monaguillos que vienen para lavar los ornamentos y paños que se usan en la iglesia.
Segej se prepara para ir de vacaciones, Joseph ha salido temprano a Freetown para un funeral de un allegado y Christian tiene reunión con los monaguillos en la catedral.
Tenemos luz, internet funciona en muy pequeña cantidad y, mientras haya luz intento enviar correos y leer las noticias, aunque todavía no lo he logrado.
Llamo al mecánico y me prometen venir después de las diez que es cuando se puede circular, Vienen, cambian la batería del coche y ya está disponible para cuando le necesite.
Después de comer salgo temprano hacia los pueblos, echo carburante y compro lo que necesitan en la obra y en marcha. Da gusto sentir que el coche ha sido arreglado bien y se circula por la pista   cada vez con mayor dificultad, pues las lluvias deterioran el firme.
En Nagoyon están trabajando en la obra. Ha llegado la arena y están haciendo encofrado para el cincho de arriba y les lleva mucho tiempo. Saco algunas fotos y voy a ver el sitio donde trabajan la madera. El grueso árbol está cortado y lo están despiezando. Es un trabajo que pide un esfuerzo muy grande y trato de animar a los que están alrededor de la moto-sierra.
La reunión de maestros no es numerosa. Hoy hago un buen rato catecismo explicando aspectos del tiempo pascual y leyendo un trozo del evangelio y tratando de hacerlo comprensible y viendo si me siguen, algo que se les hace cuesta arriba.
Las parejas van apareciendo. Hoy ha venido conmigo desde Tikonko una nueva, un par de jóvenes que me dan buena sensación y luego aparecen algunos más. La comunicación es fluida, pero les hago ver que no se trata sólo de contar experiencias de las parejas, sino de ver qué impacto tenemos en el ambiente que nos rodea… Eso me parece un trabajo más lento y complicado, pero no por ello voy a ceder en el empeño.
Sigo con un encuentro con los que están dirigiendo los trabajos de la construcción, viendo lo que hacen y lo que necesitan y, como el tiempo se ha pasado y la lluvia se hace presente, nos refugiamos en la iglesia y rezamos el rosario antes de venir a Tikonko y hacer lo mismo en casa de un médico americano que tiene adoptado un crío de aquí que es muy retrasado.  Nos conocemos y nos apreciamos. Le gusta el hecho de que vayamos a rezar a su casa y le veo cómo cuida con primor del hijo que ha adoptado, que a veces no es fácil porque ha crecido y es un cuerpo con fuerza, pero no con razón y para dominarle hace falta saber hacerlo y su padre lo sabe hacer.
Sigue la lluvia y en el camino hacia casa, ya de noche, me acompañan algunos que vienen a la ciudad. Estar acompañado es bueno y rendir un servicio a quien lo necesita también.

En casa tenemos luz y después de cenar leo las noticias y envío algún correo, pero skype no hay manera. Cuando estoy en esto, llega Joseph, candado y contento del viaje. Le animo a que descanse que mañana de nuevo viajará.

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