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martes, 28 de marzo de 2017

28 de Marzo de 2017

Martes

Me levanto temprano y voy a Nagoyon a decir la misa, que hoy comienza antes de las seis, pues tengo que volver y decir otra en Madonna antes de las siete. Quería estar con ellos y rezar en particular ahora que estamos construyendo la iglesia, pues es la forma práctica de decirles que trabajo y oración van unidos.

Han venido algunos conmigo y me ayudan en la preparación de la carga de madera que voy a llevar para el encofrado, que el otro día el camión se dejó atrás y ahora la necesitan con cierta premura. Tengo la suerte de encontrar a un señor en la carpintería que ha perdido un dedo en una máquina y que aún no está curado, el cual nos hace un atado de la madera que transportamos que es una obra de arte. Estoy admirado, pues es la primera vez que veo algo parecido, un profesional que conoce su oficio y que lo hace con dedicación.

En Nagoyon sigue el trabajo y la gente está colaborando, algunos están cansados y siguen en el tajo en el duro sol que abrasa. Luego voy a Lembema y allí me encuentro a los poceros que también han vuelto a encontrar piedra dura y que han cambiado de sitio. Les deseo suerte en el intento, pues un pozo es una lotería que sabes cuando la empiezas, pero lo que te va a salir y cuando vas a acabar.

Por la tarde salgo al mercado a ver precios de cosas que necesitamos para la construcción y me encuentro con varias personas que me conocen y me saludan con afecto. Vuelvo a casa andando para hacer ejercicio, estoy bañado de sudor y la ducha es la mejor solución.

De nuevo la luz ha venido un rato y se ha ido pronto y seguimos con el deficiente trabajo de la conexión a internet.

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