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miércoles, 1 de marzo de 2017

1 de Marzo de 2017

Miércoles

Miércoles de Ceniza. Me levanto temprano y me acompañan Manolo y Emilio que han madrugado y ya me esperan, y vamos a Tikonko. Antes del amanecer tenemos una celebración de la ceniza con una comunidad que sigue intentando afianzarse y que se debate entre el esfuerzo por la regularidad y el problema de la inconstancia. Hoy han venido los que no suelen ser regulares y faltaban los que suelen venir al catecismo… Y siguiendo con la paciencia intentaremos ver hasta donde podemos llegar con la ayuda de Dios.

La escuela de Balei es el segundo sitio donde hacemos escala. Aquí las cosas están más preparadas y los maestros y alumnos están presentes, además de un pequeño grupo de los que vienen a la oración los otros días. Les animo a convertirnos a Dios y además les doy un par de balones de los que han llegado en el contenedor a la vez que les digo que trabajen en serio en clase y que jueguen en los recreos.

También aprovecho un momento para podar algunos de los árboles que hemos plantado, anacardos, estando presentes alumnos y profes, para que hagan lo mismo con los que ellos tienen plantados en sus fincas y les damos semillas de cebollas y de calabazas que me han traído para ver de hacerlas crecer cerca del pozo de riego que tenemos en la escuela.

Lembema es el tercer sitio donde llego para la ceniza. Es una escuela de vieja raigambre, tiene alrededor de setentaicinco años, pero una historia accidentada y ahora mismo por no haber no hay ni una comunidad cristiana en el pueblo. Vienen unos cuantos padres además de los alumnos y veo que ni si quiera saben santiguarse… Creo que la necesidad de ser paciente y comenzar desde cero se impone. Hablo a los adultos de convertirnos y de un camino de largo recorrido a lo que les animo que comiencen, que yo estoy dispuesto a estar con ellos. Siempre dicen que sí, pero la realidad es otra cosa y veremos a ver por donde salen.

Tenemos un pozo en espera de que colaboren y parece ser que las cosas no son fáciles, pero se puede confiar en ellos. Los maestros tienen buena voluntad y el resto es cuestión de tiempo, además de acompañarles, lo que hago cada semana cuando nos reunimos los maestros antes de la reunión de las parejas.

La vuelta a casa es con el vehículo lleno de gente, unos vienen a un funeral por un maestro que ha fallecido, otros a ver si encuentran la paga en el banco porque ha acabado el mes, y otros aprovechan el viaje para sus asuntos, pero el lleno es total. Me alegra poder servirles de algo, si también a la vez les hablas de Dios en la medida en que puedan comprender, aun sabiendo que hoy los alumnos no los hemos tenido mucho en cuenta debido a la presencia de los adultos en la escuela.

En la comida hemos estado solos, pues los demás cada uno está en sus obligaciones. Después de una siesta y un rato de lectura, vamos a Towama. Llegamos con mucha antelación, lo que nos permite estar una rato por el pueblo viendo lo que pasa y en particular ver el gran árbol que hay en el centro del barrio antiguo, quizás el más grande que haya por los alrededores. Como siempre estamos rodeados de chiquillería y también vemos las nuevas construcciones en todos los barrios, pues la universidad demanda muchos alojamientos y, aunque hasta ahora está cerrada, las peticiones de alojamiento están a la espera de que funcione de nuevo.

También voy a visitar a una familia de gente que conozco de otro pueblo y que no vienen a rezar… Me prometen venir, pero al final no llegan y cuando acabo en la iglesia vuelvo a verles. La mujer me dice que el marido se ha hecho una herida en el pie y ha ido a curarse al dispensario… Me lo creo, pero les tengo en cartera para otra visita ahora que sé la casa en la que viven…

En casa sin luz y con la gente trabajando todavía, cenamos y nos vamos pronto a la cama, pues el día ha sido largo.

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