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miércoles, 15 de enero de 2014

15 de Enero de 2014

Nos levantamos temprano y tenemos la misa a las cinco y media. Queremos visitar el pueblo que nos han prometido que rezan a las siete. La realidad es diferente, pues además ha habido ceremonia tradicional de una sociedad que se llama “poro” y el personal ha pasado la noche de jarana, así que no toca venir a rezar.
       Damos una vuelta por el pueblo. Los últimos tantanes están de retirada y la gente que ha dormido algo se despereza mientras otros se van a dormir. Los maestros de la escuela aparecen y vamos formando grupo hasta que finalmente comenzamos a rezar en frente de la escuela.
        Cuando les hablamos de las lecturas del día, de la llamada de Dios a Samuel, de la oración confiada que su madre Ana ha hecho a Dios y cómo Dios se lo ha concedido, les animamos a hacer lo mismo hoy nosotros a Dios, pedirle que nos ayude en nuestras necesidades, en lo referente a la escuela en particular. Se ve que les llama la atención nuestra manera de rezar a Dios y la confianza con la que lo hacemos. La manera tradicional es muy diferente, a Dios se le tiene terror, y se le pide que no nos castigue y se le ofrece algo para que no nos envíe cosas malas… La creencia en el Dios de Jesús para los de la religión tradicional de aquí es una auténtica liberación y se sienten aliviados y a gusto cuando nos ven rezar con fe y confianza.
        El coci nos ha preparado un suculento plato local. Por lo menos no tiene mucho picante, pero sí aceite abundante. Estoy acostumbrado a comer lo que se me ponga en la mesa, pero ello no impide que no sepa lo que como. Además hoy me ha sorprendido encontrarme carne y pesado junto en la salsa de hojas de mandioca, para comer con la  mandioca cocida.

      Esto es todo lo que he podido escribir hoy. Se me ha acabado la batería del ordenador y no hay luz desde ayer.

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