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sábado, 4 de enero de 2014

4 de Enero de 2014

Me levanto temprano, pero hoy no hay estrellas, está nublado y no se pueden ver. Es algo que se me hace raro, acostumbrado al polvo del desierto que aquí llega, pero le vence la humedad hasta ahora.
       Rezamos, disfrutamos de un tranquilo desayuno y salimos con el vehículo que conduce Víctor, pues nosotros seguimos esperando la licencia del país.  Visitamos en primer lugar al obispo. Víctor le quiere saludar y nosotros nos sumamos para ver por donde anda nuestro profesor de mende que el obispo nos ha prometido y aún no hemos encontrado, esperemos que aparezca un día de estos.
        A la salida de la visita al obispo, Víctor, que conoce a la gente, nos lleva donde los Espiritanos, que regentan una parroquia y que hace muchos años que trabajan por aquí. Les saludamos y también nos prometen mirar en la biblioteca y ver si hay algo que nos pueda interesar de lo que han escrito los que les han precedido.
       Nos pasamos un buen rato en un supermercado, donde por lo menos hay aire acondicionado, pues calienta bien y, si no hay mucho donde elegir, por lo menos el tiempo se pasa al fresco. Cosa distinta es después cuando en el mercado queremos comprar utensilios locales. Aquí el calor es enorme, sudas por todos los poros y acabamos yendo para casa con calor y ganas de comer.
       Ya nos han dejado la comida, que nos trae una señora desde el centro de catequesis y hoy toca arroz y pescado. Está bueno y comemos con apetito. Lo que sobre lo terminamos a la noche.
      Por la tarde, después de la siesta, que he podido hacer en el comedor a la sombra del ventilador, porque en la habitación no le hay, me dedico a utilizar la fregona que he encontrado en el supermercado. No es de España, pero por lo menos tiene el tipo y puedo recoger buena parte del polvo que acumulaba la casa. Nos damos cuenta de que después de la operación y la ducha correspondiente, pues estaba empapado de sudor, se respira mucho mejor y la casa se nota más agradable. Para mí le falta el olor de Bárago de los domingos, cuando se limpiaban los bancos de la cocina con lejía y  quedaba el olor a limpio… Pero aquí el detergente también hace su labor y deja la casa perfumada y agradable.
       Se nos ha ido la luz y afrontamos la cena y el resto del día en las tinieblas. Buena experiencia para mañana hablar de Jesús como la luz… Pero eso es para nosotros porque en los pueblos a los que vamos a ir no tienen luz…

      Disfrutamos un buen rato de la compañía de Víctor, compartimos nuestras experiencias, rezamos el rosario fuera paseando, que hace menos calor que en casa y a una hora prudencial los otros se retiran y yo aprovecho para conectarme, recibir correos y luego hacer la crónica en el silencio y la paz que nos envuelven, mientras dure la batería del ordenador.

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