Domingo y
levantarse pronto suelen coincidir. Voy a Mattru y Towama, mientras Uba lo hace
a Valehun y Tikonko.
Como
estrenamos la llegada del coche, es algo nuevo, que nos permite desplazarnos sin
estar preocupados de conseguir que las motos-taxi nos lleven de un sitio para
otro si es que las encontramos.
En Mattru el
personal no está a la hora. Como hemos faltado alguna vez, se han acostumbrado a
tardar y comenzamos la misa con retraso. El ambiente es bueno y los presentes se
alegran de nuestra presencia.
Hay menos
afluencia que otras veces y me dicen que es que la gente venía porque tenían
miedo del ébola, pero ahora que por aquí se ha pasado, que ya no sienten la
necesidad de venir a rezar… Sin tiempo para ir más lejos, les pregunto si hace
falta que vuelva el ébola para que la gente vuelva a rezar y, se quedan sin
respuesta.
Les hago
ver que venir a misa el domingo es bueno, pero en palabras del papa no es
suficiente, esto para animarles a comenzar actividades durante la semana. Me da
la impresión de que también en esto hay que proceder con calma y
paciencia.
Terminamos
con tiempo para el desplazamiento y en el siguiente pueblo las cosas son
diferentes. Han preparado un sombrajo y hoy la gente, que no cabe en la capilla,
está al exterior, donde nos vemos todos y disfrutamos de lo agradable del clima
matinal a la sombra de las hojas de palmera mientras rezamos.
Habrá unas
trescientas personas presentes y han organizado todo al exterior, sonorización
incluida y además funcionando, cosa que no sucede todos los días. Incluso, como
se han enterado de la fiesta de D Bosco y nos conocen muy poco, nos presentan al
final de la misa unas escenas con los niños para resaltar la fiesta. Les damos
las gracias y reconocemos su buena organización.
El coche
nos ha permitido movernos con comodidad y sin los agobios que otras veces nos
presentaban las motos, si es que aparecían en el horizonte.
En casa nos
encontramos con los monaguillos que han venido para un encuentro que se les
había preparado y compartimos un rato con ellos. Comemos con los jóvenes que han
venido de la capital para celebrar D Bosco (son musulmanes, pero participan con
nosotros sin problemas) y pasamos una sobremesa agradable.
La tarde
se vive a ritmo de despedida, pues los que han venido desde la capital se
preparan para partir, así como dos
de los muchachos que han estado entre nosotros. Les deseamos buen viaje de
regreso.
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