Domingo. Voy a Mattru y Towama y Uba lo hace a Nyargorhun y Tikonko. En
Mattru las cosas parece que van, aunque les cuesta venir a la hora y el número
no es el de hace unas semanas. Dicen que el ébola ha hecho que la gente venga a
rezar y ahora que por aquí se ha acabado, ya no sienten la necesidad de rezar.
Quizás tenemos un buen tema para trabajar durante la cuaresma.
En Towama
también hay menos afluencia que otras veces y me dan los mismos argumentos y
pienso en el mismo remedio. Hoy está en misa la monja de Nuestra Señora del
Rosario que es profesora en la universidad.
Tanto en
un lugar como en el otro me siento a gusto en la celebración y creo que la gente
está en la misma situación. Trato de hacer ver que la cuaresma no es algo
triste, sino un momento de conversión gozoso, de acercarnos al Señor que nos da
vida.
Por
la tarde me encuentro cansado y después de una buena siesta estoy un rato
leyendo y tratando de poner orden en la habitación. No hay luz y el momento de
conectarse es cuando encendemos el
generador.
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