Desde por la
mañana hay movimiento, pues tenemos que preparar las cosas que hay que dar a los
del orfanato y a los niños de la calle. Eso requiere ir al mercado, cosa que
hace Donald, y preparar la comida, que además del cocinero, hay un grupo de
jóvenes del grupo misionero que están como voluntarios y es que como no hay
clase, tienen tiempo libre y el que tengan esta clase de actividades es
importante como experiencia de donación y ayuda a los demás.
Lo mismo en la
comida que en la cena estamos una quincena de personas, los que ayudan, los que
vienen, todos estamos alrededor de la mesa.
Por la tarde he ido a
Mattru y hoy sí estaba la gente para la reunión. Ha habido una primera toma de
contacto y hemos quedado de encontrarnos siempre que quieran, pues cada jueves
estaré disponible y los domingos antes de la misa llegaré con tiempo para que
quien quiera hablar conmigo pueda hacerlo.
Es una
comunidad que ha estado muchos años sin un cura que les visite y ahora
acostumbrarse a tener alguien que quiere estar con ellos, les cuesta hacerse a
la idea y cuando te ven disponible y cercano están asombrados y me parece que
les cuesta creer lo que están viendo.
Llego a casa a la hora de la oración y
me encuentro con el nutrido grupo de gente que está ayudando y que se prepara
para ir a visitar los niños de la calle. El ambiente es animado y se ve el deseo
de un encuentro que es una aventura, pero que al mismo tiempo es algo muy
positivo tanto para los que van, como para los niños a los que van a
encontrar.
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