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viernes, 27 de febrero de 2015

27 de Febrero de 2015

Viernes

El despertador me pone en alerta y, como estamos sin luz, como pasa casi siempre, me toca la “toilette” a la luz de la linterna. Y sin hacer mucho ruido, salgo hacia Mattru para la oración de la mañana.
       Hoy me entretengo en el camino, en contar la gente que viene hacia la ciudad cargada con cosas para vender. Hay ciento catorce personas que me encuentro en el trayecto que vienen con carbón, leña para el fuego o palos que se usan en la construcción de las viviendas, además de algunas mujeres que traen productos hortícolas. Estamos entre las cinco y media y las seis menos cuarto de la mañana, totalmente oscuro y la pista está recorrida por toda esta gente que viene a vendar un poco de lo que encuentra para sacar el dinero que le permitirá comprar lo que necesitan para lo ordinario de cada día.
       En la oración hay un grupito, muchos menos que el miércoles de ceniza, pero bastantes más que los que antes se reunían para rezar. Están sorprendidos de verme y se alegran de que esté presente y yo también estoy contento de encontrarme con ellos.
       A la vuelta, que está ya amaneciendo, me encuentro con la misma situación de la ida, gente que sigue transportando cosas a cuestas para vender. De nuevo cuento casi un centenar, la mayoría gente joven, que me hace preguntarme cómo viven y cómo se las apañan para vivir… Es verdad que no hay clase y que es posible que muchos de ellos sean los estudiantes que ahora no tienen nada que hacer, pero la forma de vivir esto no me parece ni fácil, ni cómoda. Y de nuevo habrá que estar con ellos y con paciencia ver lo que con ellos se puede hacer por cambiar esta dura situación en la que viven.
       En casa la cosa está en silencio y, como aún me queda tiempo, duermo un rato sobre la estera. Antes de las ocho desayuno y voy al sitio donde me han dicho que me encontraré con tres personas que vendrán para hacer la topografía del terreno que dos pueblos dan para la Iglesia.
       Aquí el terreno es abundante y las familias que lo tienen lo dan sin problemas para la Iglesia, pues saben que es un potente agente de desarrollo y que tarde o temprano las condiciones de la gente se van a mejorar.
        Puntuales a la cita, me encuentro con tres señores a los que no conozco, pero que desde el comienzo tenemos una buena sensación y a los que llevo en mi pequeño vehículo al pueblo, Baley, donde empezamos marcando un amplio terreno en el que hay una escuelita y donde pensamos que se hará algo más en condiciones y favorecerá el que todos los niños del pueblo y de los pueblos de los alrededores puedan frecuentar la escuela.
       Nos lleva bastante tiempo, pues aunque el trabajo lo hacen con un GPS y las coordenadas las busca con rapidez, la superficie del terreno es grande y hay que ir limpiando la maleza antes de pasar la cinta métrica.
       Finalizado el trabajo aquí vamos directamente al pueblo siguiente, Nyargorhun, donde se nos da una superficie de terreno para la construcción de una iglesia. La realidad es que pensamos en un sitio donde la gente del pueblo pueda encontrarse y en un centro de cultura y desarrollo. Esperemos que pronto sea una realidad. Queremos comenzar por construir un pozo y estamos sensibilizando a la gente al respecto.
       La cantidad de terreno que nos dan es también bastante grande y eso nos permitirá pensar en diversas posibilidades ara el pueblo y los otros de los alrededores.
       Finalizada la operación, volvemos a la ciudad, les dejo en su oficina y vengo a casa. Es más de las dos y aún no han dicho la misa. Me uno a los demás y después de misa y la comida me dispongo a salir a los pueblos.
       Durante la mañana han estado preparando las bolsas de comida que darán a las personas mayores que están necesitadas y que se repartirán por la tarde.
       En los pueblos, Cassama y Valhun, hoy no hay mucha gente. En el primero insisto en la oración de los matrimonios juntos y me prometen que lo harán. En el segundo los maestros han ido a otro pueblo y los adultos son muy pocos. Se hace lo que se puede y la semana que viene esperemos que haya más afluencia.
       La vuelta a casa más de las nueve, pero todavía no han cenado. Están esperando la vuelta de Donald que ha ido a repartir las bolsas de comida a la gente mayor necesitada.

       Seguimos sin luz y el generador nos permite estar en contacto con el exterior y enterarnos de las noticias, así como enviar y recibir correos.

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