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viernes, 6 de febrero de 2015

6 de Febrero de 2015

Viernes

Volvieron más tarde de las cuatro. Les estuve esperando largo rato, pero al final decidí dormir, pues si no estaría al día siguiente como ellos, muerto de sueño, y creo que no es plan.
      Algunos logran estar presentes en la oración de la mañana, aunque cargados de sueño. Habrá que recuperarse en la siesta. La experiencia ha sido positiva, Se han encontrado con niños y jóvenes que al principio estaban recelosos, pues la experiencia que tienen de la policia y de otros es que les buscan para echarlos de donde están y lo suelen hacer con violencia.
        La primera vez y el desconocimiento de unos y de otros hace que se piense que en próximos encuentros las cosas vayan siendo más fáciles y que la corriente pase con mayor fluidez que ahora.
       Mi profe viene y tenemos la clase correspondiente y después visitamos el centro de pastoral para ver cómo organizar las cosas que quedan e irlas dando su acomodo.
      En la comida el tema estrella es la visita de ayer y unos y otros comparten lo que han vivido y hablan con entusiasmo de la experiencia que todos están deseando poder repetir. Se han repartido más de cien raciones de comida y esperamos poder seguir haciéndolo regularmente.
      Hoy también voy por primera vez este año con el coche a los pueblos para el catecismo. Las otras veces me han llevado, hoy soy yo quien conduce y voy con la señora Cecilia, la madre de Daniel, el salesiano que está en Liberia y que me ha acompañado otras veces.
      Para empezar, me voy acostumbrando al nuevo vehículo, que me resulta muy manejable. La primera parte de la pista está en buen estado y hay mucho polvo. La segunda deja ya mucho que desear y nos lleva más tiempo el recorrerla, pero la alegría es grande cuando llegamos a Valehun y nos reciben contentos.
      En Cassama visitamos a la gente en las casas. La mayoría no están presentes y como hace más de un mes que no venimos a rezar con ellos, no nos esperaban. Llegamos hasta el río, que ha bajado considerablemente el nivel del caudal y donde siempre hay actividad, unos que se lavan, otros en las piraguas, algunos que nos muestran el fruto de su pesca y otros que hacen huertos cerca del agua, todo un mundo alrededor del río. Veremos cuando empiece lo de los minerales.

Preparando las redes ara la pesca en el río SEWA

El río, mucho más tranquilo, las piraguas en descanso
 y los niños disfrutando del agua...

       Cuando volvemos a la escuela para la oración, están un par de mujeres y una niña. Les dejamos el calendario que nos ha llegado en el contenedor, rezamos un poco con ellas y les prometemos que estaremos regularmente cada viernes con ellos para rezar. Ellas nos dicen que avisarán a los que hoy no están en el pueblo.
        Como no hemos tardado mucho aquí, eso nos permite volver de día al pueblo siguiente y hacer el recorrido por las casas saludando a la gente. Aquí las cosas son muy diferentes, pues nos conocemos de mucho más tiempo y unos y otros nos sentimos cercanos.
       En la iglesia hay una cincuentena de personas, la mayoría niños que están animando al ritmo de los tantanes. Antes de que caiga la noche comenzamos la oración y me doy cuenta que cada mañana se encuentran para rezar, pues  cuando les pregunto, algunos recuerdan el evangelio que leen por las mañanas. Es la forma de crear comunidad. La oración acerca y une mucho a los que participan en ella.
       Tenemos un rato de conversación sobre diversas cosas, en particular sobre la oración que hacen cada mañana y les animo, después de leer el evangelio del domingo, a que cuando se reúnan, vean lo que de bueno pueden hacer por alguna persona en concreto. Me prometen que el domingo lo harán y después de la oración es el momento fijado para realizarlo. Quedamos que la semana que viene seguiremos hablando de la experiencia que tengan de servir a los demás.
        Cuando acabamos ya es noche cerrada y nos despedimos con alegría. Me encomiendan dar saludos a los que otras veces venían desde Bo, cosa que hago al llegar a casa, donde acaban de rezar y se preparan para la cena.
        Estoy contento de la experiencia, del comportamiento del vehículo, que creo que es algo muy útil, de la presencia de la señora Cecilia que  me quiere acompañar a los pueblos siempre que pueda y de volver a iniciar la presencia regular en los pueblos para hacer catecismo.
        Después de cenar también tenemos tiempo para hacer un rato de clase de francés que he comenzado esta semana con Donald. Está interesado en aprenderla y siempre logramos sacar un rato dentro de las actividades diarias para dedicarle a la lengua.

      Me siento cansado del viaje, pero muy contento de haberlo hecho, de cómo responde el vehículo y de que mi espalda no se haya quejado del camino y le doy las gracias a Dios que me permite recomenzar este contacto con los pueblos.

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