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jueves, 26 de febrero de 2015

26 de Febrero de 2015

Jueves

Tenemos la oración y el desayuno, y Paul nos informa que el entierro será por la mañana. Vamos a la casa mortuoria y rezamos un momento en compañía de otras personas allegadas a la familia. Después salimos hacia el cementerio, donde tenemos cuatro horas largas de espera y podemos observar los ires y venires de la gente que trabaja en el sepelio de los muertos. A todos se les aplica el protocolo del ébola y los trabajadores con sus trajes, sus máscaras, guantes, botas… Dan la sensación de extraterrestres, trabajando a pleno sol y sudando lo que quieren.
      Finalmente aparece el cadáver que esperamos, esperemos que sea, pues todos vienen envueltos en una bolsa de plástico blanca idéntica y a la que no tienes ninguna posibilidad de tocar y menos pensar en abrir.
      La ceremonia en el cementerio es muy sencilla y la sepultura en una fosa no muy profunda en la que se mete la bolsa, se cubre con palos y ramas de árboles y luego se añade la tierra.
       Volvemos a casa cansados y sedientos. Comemos y duermo un rato la siesta. Después me espera una reunión en Mattru donde la gente tarda en llegar y tengo la misma sensación que ayer en Towama: hay que tomarse las cosas con calma y ver hasta donde llegamos.
       En casa ya están preparados para la cena  y después para salir a dar comida a los niños de la calle. Hoy les acompaño para ver de primera mano lo que otros cuentan y así estar al corriente de la vida nocturna de la ciudad. La experiencia me parece interesante y algo que creo que todos deberíamos tener como vivencia personal. Ver a tantos críos fuera de casa y a esas horas, te hace preguntarte muchas cosas, especialmente cuando alguno ha sido expulsado de casa y tiene heridas…
      Además del contacto con los niños de la calle en tres sitios distintos y con sensaciones diversas en cada uno de ellos, también tengo tiempo para ver el cielo y contemplar estrellas que hacía tiempo que no veía, como la Osa Mayor o la Cruz del Sur, además de otras muchas.
         Volvemos a casa a las tres de la  mañana y me voy a dormir rápido, pues mañana me espera un día largo.

        El clima es estos momentos podemos decir que es de lo mejor que podemos tener. Por el día no hace mucho calor, no suele pasar mucho de los treinta grados y, aunque se suda, por lo menos no es la humedad de la época de lluvias que te agobia. Las noches son muy agradables y te puedes pasear a cualquier hora en manga corta y sin sentir el frío que puedes tener en otros sitios. Por eso veo que el clima es mucho más llevadero que en otros sitios donde he estado anteriormente.

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