Seguimos sin luz y vamos a celebrar la misa en la parroquia, donde seguimos a
dos velas y una linterna, pero estamos contentos de ir conociendo a los vecinos
que vienen a la iglesia.
Me paso
un buen rato de la mañana entre la limpieza de la habitación y asistir al coci
que hoy va a preparar lentejas por primera vez. Le he dado las instrucciones, me
ha dicho que ha comprendido, pero por si acaso, ya estoy presente para ver lo
que hace… Y cuando las ha tenido un rato a remojo, está dispuesto a quitarlas la
piel, cosa que le hago ver que no hace falta. Luego quiere poner aceite, algo que l encanta. En cambio le hago poner
un par de pepinos y una cebolla y lo ponemos al fuego. Lo pongo a fuego lento
para que se vaya haciendo poco a poco. Cuando vuelvo, ha aumentado el fuego, así
se hace más rápido… Todavía estamos en los comienzos del aprendizaje de la
cocina de gas, puesto que hasta ahora ha usado el carbón, y le resulta difícil
acostumbrarse, incluso encender el gas le asusta un poco, pero le doy confianza
y espero que no tarde en hacerse a la cocina.
Como
puso mucho fuego se le ha ido consumiendo el agua y ahora añade agua fría. Le
hago ver que es mejor agua hirviendo, que tiene en una perola al lado, pero no
lo entiende a la primera.
Las
lentejas han salido bastante buenas. No tienen el sabor de las que me suelen
presentar mis hermanas, pero para ser la primera vez que las hago hacer, no
están mal. Espero poder superarnos la próxima. También hemos puesto arroz para
juntarlo con las lentejas en la mesa y la combinación ha resultado agradable.
Aquí se come arroz a todas horas y todos los días, así que es plato
normal.
Después
de comer viene los indios que visitamos el otro día y pienso que vienen a
visitar a Jos, pues es de su misma zona y hablan la misma lengua, pero en
realidad me vienen a buscar a mí, pues quieren que les marque un sitio para
hacer un pozo, como el otro día les dije donde podía hacer otro en la plantación
que estaban haciendo, ahora quieren que les marque otro en otro
sitio.
Me
llevan a destino y es un terreno en el que quieren construir una casa. No es muy
grande, pero me da que hay agua abundante. El jefe, que ha venido hoy y no
estaba el otro día, me dice que tenía un tío en la India que era cura y que
marcaba pozos lo mismo que hago yo y que por eso ha venido a buscarme y que le
recuerdo lo que su tío solía hacer en su tierra.
Me ha
llamado la atención el trabajo que están desarrollando esta gente aquí con los
campesinos y lo bien que lo hacen. Están trabajando para plantar más de
doscientas hectáreas del árbol del caucho, así que la cosa va en serio y se han
propuesto hacer participar a la gente de los pueblos. En lugar de hacer la
preparación de la tierra con máquinas, lo están haciendo a mano con la
colaboración de los campesinos, más de mil trabajan en la preparación del
terreno, y así la gente gana algo y ellos están integrados en el medio. Creo que
esto es muy interesante y me pregunto si no sería bueno intentar hacer lo mismo
que ellos hacen en esos pueblos, con la gente con la que nosotros estamos
empezando. Lo pondremos en la oración y le pediremos a Dios que nos ilumine y
nos guíe si esa es una buena iniciativa. Por lo menos a mí me ha gustado, sobre
todo, el espíritu con el que están trabajando y haciendo participar a la gente,
que me recuerda mucho lo que yo solía hacer con la gente en los pueblos a la
hora de hacer pozos o escuelas, y que era involucrar al mayor número posible de
gente y que todos colaboren en la realización del trabajo.
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