Ayer logramos encontrar carburante y hoy puedo ir a los pueblos sin problemas.
Salgo a las seis y media y dejo a Jos y Peter en casa, pues su misa es a las
nueve y media. Hace un día agradable, hay un poco de niebla y veinticinco grados
de temperatura.
En
Tikonko el jefe tradicional viene con un ambón y dos sillas para la iglesia y su
mujer con un mantel para el altar. Se lo agradezco y los bendigo antes d
comenzar la celebración. Hay unos sesenta en misa. Mitad adultos, mitad
chiquillería. Quiere decir que la cosa se va haciendo a su ritmo, pues antes los
críos no venían.
Les he
llevado unas bolsitas con varios condimentos y en la homilía nos entretenemos en
abrir unas y otras y ver lo que es, para luego animar al personal a saber elegir
el condimento adecuado en el momento necesario. Lo mismo hago con la gran
linterna que uso cuando se va la luz y todos quedamos en que esta semana
trataremos de hacer algo bueno para ser sal y luz como Dios nos pide en el
evangelio que acabamos de escuchar.
En el
pueblo siguiente repetimos la misma jugada, pero adaptada a la situación, aquí
hay una docena de adultos y casi cien críos. Y entre los adultos muy pocos
entienden inglés, así que alguien me traduce y trato de ponerme a la altura de
los niños, los más numerosos en la iglesia.
A la
vuelta a casa tengo que esperar un buen rato a que los otros vengan de la misa.
Han sido numerosos y se lo han tomado con calma. Les ha traído el obispo, que ha
estado con ellos en la misa. Nos saludamos cortésmente y luego, comemos lo que
el coci nos ha preparado esta mañana, pollo y trozos de ñame cocido.
Hace
calor y seguimos sin luz y sin conexión a internet. Después de la siesta me doy
una buena ducha y estoy un rato bajo el agua, que por suerte está un poco
fresca. Me dedico a leer un libro que ha caído en mis manos sobre la gente mende
y por la tarde vamos a cenar fuera, pues al mediodía hemos tenido visita de
gente de los pueblos y hemos compartido lo que nos quedaba de comida. Es también
una buena ocasión para invitar a Peter que mañana pronto volverá a
Feetown.
Encendemos el grupo electrógeno y nos vamos acostumbrando a utilizar los
diversos aparatos por turno. Hoy es el frigo y la máquina de lavar. Voy
controlando el voltaje en uno y otro y veo que la cosa funciona.
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