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domingo, 9 de febrero de 2014

9 de Febrero d e2014

Ayer logramos encontrar carburante y hoy puedo ir a los pueblos sin problemas. Salgo a las seis y media y dejo a Jos y Peter en casa, pues su misa es a las nueve y media. Hace un día agradable, hay un poco de niebla y veinticinco grados de temperatura.
        En Tikonko el jefe tradicional viene con un ambón y dos sillas para la iglesia y su mujer con un mantel para el altar. Se lo agradezco y los bendigo antes d comenzar la celebración. Hay unos sesenta en misa. Mitad adultos, mitad chiquillería. Quiere decir que la cosa se va haciendo a su ritmo, pues antes los críos no venían.
       Les he llevado unas bolsitas con varios condimentos y en la homilía nos entretenemos en abrir unas y otras y ver lo que es, para luego animar al personal a saber elegir el condimento adecuado en el momento necesario. Lo mismo hago con la gran linterna que uso cuando se va la luz y todos quedamos en que esta semana trataremos de hacer algo bueno para ser sal y luz como Dios nos pide en el evangelio que acabamos de escuchar.
          En el pueblo siguiente repetimos la misma jugada, pero adaptada a la situación, aquí hay una docena de adultos y casi cien críos. Y entre los adultos muy pocos entienden inglés, así que alguien me traduce y trato de ponerme a la altura de los niños, los más numerosos en la iglesia.
       A la vuelta a casa tengo que esperar un buen rato a que los otros vengan de la misa. Han sido numerosos y se lo han tomado con calma. Les ha traído el obispo, que ha estado con ellos en la misa. Nos saludamos cortésmente y luego, comemos lo que el coci nos ha preparado esta mañana, pollo y trozos de ñame cocido.
        Hace calor y seguimos sin luz y sin conexión a internet. Después de la siesta me doy una buena ducha y estoy un rato bajo el agua, que por suerte está un poco fresca. Me dedico a leer un libro que ha caído en mis manos sobre la gente mende y por la tarde vamos a cenar fuera, pues al mediodía hemos tenido visita de gente de los pueblos y hemos compartido lo que nos quedaba de comida. Es también una buena ocasión para invitar a Peter que mañana pronto volverá a Feetown.

       Encendemos el grupo electrógeno y nos vamos acostumbrando a utilizar los diversos aparatos por turno. Hoy es el frigo y la máquina de lavar. Voy controlando el voltaje en uno y otro y veo que la cosa funciona. 

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