Tenemos la misa en Tikonko, nuestro pueblo de referencia y en Valehum,
pueblo al que vamos cada dos semanas. En los dos sitios he leído la misa en
lengua mende. La experiencia es siempre nueva y siempre la misma. Por una parte
la gente se admira de que lo puedas hacer y por otra tú te llevas el mal rato de
leer y leer una cosa que te resulta difícil y que te quedas sin aliento, porque
controlar la respiración es algo que tienes que hacer, pero no llegas; pero que
tienes que seguir y seguir. No es la primera vez que lo hago, pues en baribá,
mokolé, moba, ya lo he hecho también, pero el problema que hayas tenido con la
anterior no te soluciona el de la
siguiente y el trago lo tienes que pasar cada vez… Esto es la parte del
esfuerzo, pero la gente es muy amable y te anima. En el primer pueblo, la
mayoría adultos, al final aplaudieron para felicitarme. En el segundo pueblo, la
mayoría niños, varios se acercaron y me saludaron de forma muy diferente a otras
veces… También los críos perciben el esfuerzo y te sienten cercano cuando hablas
su lengua.
Después
de comer me encontraba cansado y me eché una buena siesta. Pero por la tarde
durante más de dos horas me dediqué a repetir y repetir lo que había leído por
la mañana. No sé si es la moral que te da el ver que la gente está contenta o la
conciencia de saber lo que te falta por aprender y lo que debes mejorar. Por lo
menos estoy contento de haber empezado. Lo otro irá viniendo poco a
poco.
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