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lunes, 10 de marzo de 2014

10 de Marzo de 2014

Domingo

Cuando nos estábamos preparando para ir a clase, llama el profesor para decirnos que esta semana no estará disponible. Eso me permite ir con el cocinero al mercado y enseñarle lo que son las sardinas, pescado que no identifica, además de hacer algunas otras compras para la casa, comida en particular.
       Después de comer queremos ir al terreno que tenemos entre la ciudad y Tikonko y a la altura de la universidad, hay manifestaciones y barricadas. Pacientemente damos media vuelta y una hora más tarde la policía ya se ha ocupado de abrir lo que estaba cerrado. Los estudiantes piden tasas más bajas. No sé por dónde andan las cosas ni las razones que tienen para tal petición.
       Estamos un rato en el terreno, plano en mano, tratando de hacer coincidir la realidad con el papel, cosa que se revela nada fácil, pues es una gran extensión y la maleza ha crecido por todas partes, con lo que los límites y mojones tienen que ser rescatados de entre la maleza.   Se hace lo que se puede y el resto se deja para mañana.
       Voy a Niagorehoun a reunirme con el grupo de matrimonios que quiere prepararse para arreglar cristianamente lo que están viviendo en la tradición. Empezamos con dos parejas y media, pues hay un hombre que está solo y su mujer está cerca preparando la cena. Vamos a visitarla en procesión y nos prometa que mañana vendrá.
       El contacto con los matrimonios es una experiencia muy interesante que he vivido en el norte de Togo y que creo que voy a disfrutar de la misma oportunidad por aquí. Es muy interesante tener al marido y a la mujer al lado y animarles a hablar y a compartir lo que juntos vives con respecto a su vida de oración y de testimonio de ser cristianos.
       En cada pueblo o grupo étnico, la cuestión del matrimonio puede variar, pero hay algo que es constante. Matrimonio en la tradición es algo arreglado por las familias, lo que no quiere decir que cada vez más el amor no entre como componente, y se trata de tener hijos. El resto, cada uno tiene sus obligaciones y la cosa está bien clara para todos. Cada uno tiene su economía y dinero aparte y es bien raro que se ayuden en este terreno.
       Estar dispuesto a acompañar a esta gente en su camino de descubrir el matrimonio como experiencia de dos que quieren vivir compartiendo puede parecer algo complicado y fatigoso, pero la realidad que he vivido es que es todo lo contrario, un momento de compartir en el que    cada uno aporta lo que sabe y lo que vive y tú disfrutas de ver una realidad que cambia y que está acompañada de la gracia de Dios.

       He vuelto a casa de noche y cansado, pero muy contento y dando gracias a dios de haber podido comenzar una experiencia que ya he vivido anteriormente y que me parece que estamos  poniendo los cimientos para una iglesia local comprometida con la gente y desarrollo del país.

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