Con la nueva distribución que hemos hecho de los
pueblos. Jos ha pasado la mañana con la ceniza y yo he estado en casa,
estudiando y preparando la salida de la tarde.
Después de la siesta he ido a un
pueblo, Lembema, en el que parece que las cosas no acaban de ponerse en marcha.
Después de visitarles varias veces, hoy he encontrado a uno de los maestros y me
ha llevado a saludar a los cristianos casa por casa. Al final he encontrado
candidatos para ir a recibir la ceniza al otro pueblo. Había cuatro. Y los que
entraron en el vehículo, quizás para darse una vuelta, se encontraron con que en
la homilía pregunté a la gente del pueblo qué iban a hacer y lo primero que
respondieron “juntarse para rezar cada día”. Me volví a los de Lembema y les
hice la misma pregunta, a la que respondieron que era posible. Para no insistir
mucho en el momento, les dije que en el camino de vuelta nos pondríamos de
acuerdo en el día y la hora, cosa que acabamos concretando para el domingo a las
cuatro de la tarde… Y me han prometido venir numerosos. Ya veremos a ver qué
quiere decir numerosos. Por lo menos estoy contento de poder haber decidido algo
que parecía difícil y que se ha vuelto realizable. Imagino que alguien ha
intervenido también en un día tan señalado como es el miércoles de ceniza, y le
agradezco la intervención.
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