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jueves, 20 de marzo de 2014

20 de Marzo de 2014

Jueves

Me levanto temprano y voy al pueblo de Valei. Me encuentro con la gente para rezar. Les cuesta madrugar, pero van llegando a la escuela, ya que en el pueblo no hay iglesia. Los maestros y los alumnos de la escuela son los asistentes a la oración. Si hemos logrado entender que nos tenemos que ocupar de los demás, siguiendo el evangelio del día, por lo menos habremos hecho algo de bueno.
       Yo he tenido la oportunidad de hacerlo después de la oración, pues el vehículo se ha llenado de críos que van a la escuela a Tikonko. Y lo que me ha llamado la atención, como todo estaba lleno, y pensemos en lo que significa estar llenó aquí, que no hay sitio para otro más… Pues uno se ha puesto encima de la rueda de recambio que está al exterior de la puerta trasera del vehículo y así le he llevado hasta la escuela.  Cuando me di cuenta, traté de tener cuidado y no hacer nada que pudiera causarle problemas.
Un árbol se ha cruzado en el camino...
Los que lo apartan cobran "mordida" a los que pasan...

Llovió y se inundó la escuelita...
Y los alumnos recogen el agua...

Los críos de una escuela...

       













Cuando llegamos a destino, el muchacho, tan campante, se bajó de su rueda y se metió en medio de los demás. Le pude identificar por la camiseta que llevaba, pero no tuve a mano la cámara para hacerle una foto…
        Sí la tuve por la tarde cuando volviendo por el mismo camino, habían derribado un árbol y estaban pidiendo mordida a los que pasaban. Como no tenía prisa, me entretuve un rato con ellos, les hice algunas fotos, así pude hacer con tranquilidad una foto a una moto con tres personas, algo que merece la pena verse, pues las otras que he hecho hasta ahora, siempre me salen descentradas, pues cuando la moto está en movimiento,  es difícil de conseguir una foto bien centrada.
         En el pueblo me he entretenido con el catequista en seguir el trabajo de la traducción de las palabras de la misa. Le resulta muy complicado, pero algo vamos haciendo.
       Para que podamos entender. No han estudiado nunca su lengua y, aunque la hablan, no conocen la gramática y hay muchos aspectos que se les escapan. Hoy hemos leído por la mañana el episodio del rico y Lázaro. El catequista ha tardado en hacer la traducción conmigo más de dos horas. No puede explicarme palabra por palabra lo que significan, ni los giros de su lengua. Es el hecho de no haberla estudiado en la escuela.
       Después del trabajo nos damos un paseo por el pueblo saludando a las familias cristianas y luego vamos hasta una plantación de palmeras de aceite. Para mí es algo nuevo, pues una plantación de palmeras de aceite no la había donde he estado en Benín o en Togo. Es interesante ver el proceso de la obtención del aceite, algo que hacen artesanalmente en el sitio mismo donde están plantados los árboles.
       En la oración de la tarde había veinticinco personas, la mitad adultos, la mitad niños. Les animé a descubrir las necesidades de los que tenemos alrededor y a ayudarles en lo que podamos, cosa que comentaron entre ellos que tienen que hacer.
       Para la vuelta ya había quien me esperaba con equipaje, además de los que nos encontramos por el camino, que siempre trato de ayudarles si hay sitio. Me basta con ver la sonrisa que tiene el rostro de una persona a la que ayudas para darme cuenta que están enormemente contentos con el servicio que les haces.
       Cuando llegué a casa eran ya casi las nueve. El grupo electrógeno estaba funcionando, pues tenemos carburante y me dediqué a escribir la crónica. Por lo menos ahora que no tenemos  conexión a internet, se le puede dedicar un rato más a la crónica, ya que no hay le prisa de leer y responder a los correos.


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