Se presenta un día tranquilo, pero queda el
cansancio del trabajo de ayer y es bueno dedicar el día a la casa. Primero
limpio la habitación y después pongo un poco de orden en las cosas. Dedico un
buen rato al trabajo de la lengua, me distraigo entre leer unas cosas y copiar
otras y repitiendo frases que me han ido indicando, así es la forma de aprender
donde no hay un método claro como estamos acostumbrados para cualquier lengua en
nuestros lares. Aquí no vas a la librería y pides el método para aprender la
lengua, eso no existe, lo mismo que no encuentras un mapa de la ciudad o de la
comarca, o una biblioteca con libros de historia de la ciudad o de los
alrededores; pero eso es algo normal en un sitio donde poca gente sabe leer y
donde esos servicios culturales son un lujo al alcance de muy pocos
privilegiados.
Por la tarde vamos a los pueblos.
Jos se queda en Tikonko y yo voy a Niagorehun donde trabajo un rato en la lengua
con el catequista y luego tenemos
reunión de las parejas. La realidad es bien reducida. Hay dos matrimonios y
algunos medios más, pero la comunicación es muy interesante. Una pareja dice que
hace una semana que rezan juntos y que las cosas han cambiado, que antes se
peleaban y ahora llegan a entenderse. Se les ve en la cara lo contentos que
están y los otros presentes les felicitan. Otra pareja habla de la experiencia
de ir a visitar a otra familia y haber rezado juntos y cómo los dos matrimonios
estaban encantados. Les doy las gracias por la comunicación. Animo a los demás a
decidirse a rezar juntos y luego contarnos los cambios que viven. Hay un maestro
que habla de lo que piensa hacer y una mujer que ha llegado y dice que su marido
es musulmán, cosa que no tiene mayor importancia a la hora de rezar juntos.
Promete que lo intentará.
Después tenemos una oración de
fieles y es aquí el momento que me da coraje no entender aún la lengua, pues es
cuando ellos expresan su intimidad más profunda y es aquí donde verdaderamente
descubres las maravillas que hace Dios con esta gente, los pobres, los pequeños,
los últimos… Es algo que tengo muy grabado en el recuerdo, lo anteriormente
vivido en estas mismas circunstancias en Cinkassé o en Kandi, y es aquí donde te
das cuenta que tienes a Dios tan cerca que… rezar te sale espontáneo y darle
gracias es lo normal por las maravillas que estás viendo que suceden a tu
alrededor.
No es que todo sea de color de rosa,
también hay sus problemas… Cuando voy a volver para casa sin decirme nada, me
inundan el vehículo de gente y de paquetes… Pero, qué les vas a decir… Hoy se
han pasado un poco, quizás para bajarme del cielo en que estaba y hacerme ver
que seguimos siendo los humanos de siempre. También es bueno experimentar esto
de vez en cuando y aprender a tener paciencia y tratar de convertirnos a Dios,
que para eso nos ofrece este tiempo de cuaresma.
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