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martes, 18 de marzo de 2014

18 de Marzo de 2014

Martes

Temprano me pongo en camino y voy a Valei, pueblo que me dicen que rezan por la mañana, pero que me parece que no es del todo verdad. Cuando llego, antes de las seis, entro con las luces del vehículo apagadas, para no llamar la atención y un poco más tarde alguien hace sonar la llanta de camión que sirve de campana.
       Poco a poco se va corriendo la voy de que estoy allí y la gente va viniendo. Al final estamos más de veinte persona, cosa nada despreciable para este pueblo. Rezan diversas oraciones, leemos el evangelio del día, algunos hacen comentarios y al final les digo alguna reflexión, sobre todo el aceptar la presencia de Dios tal como Él se revela en nuestra vida de cada día, y saber descubrirla así, que no es poco cosa.
       La vuelta a casa me permite traer a los críos que van al otro pueblo a la escuela, por lo menos algo se hace de positivo, además de algunos otros que aprovechan el viaje. El vehículo está bien cargado.
       Cuando pasé el control de la policía esta mañana, era aun de noche, pero allí estaba un tractor cargado de madera esperando el permiso para pasar. El conductor dormía apoyado en el volante. A la vuelta, el tractor sigue en el mismo sitio…
       Buscamos carburante en las gasolineras. Gasoil logramos tener para el vehículo, pero gasolina para el grupo, se hace imposible el conseguirla. Hay escasez y las colas que se forman en una que tiene combustible son dignas de cualquier foto. Y las ves a todas horas, antes de las cinco de la mañana ya están esperando a que abra la gasolinera. Durante el día a pleno sol, aguantan estoicamente los ardores del sol y por la tarde siguen en su puesto esperando un poco de carburante…
       Además de no haber luz, ahora sin gasolina, tendremos que reducir el tiempo del grupo electrógeno. Tendremos menos luz, pero habrá menos consumo y menor gasto. Siempre es posible encontrar un aspecto positivo en cualquier asunto.
       Por la tarde me paso por un cíber para consultar el correo, ya que en casa no tenemos. A quien me escribe, si puedo le digo que le escribiré más tarde. El calor es fuerte y se suda por todos los poros.
       Voy al pueblo del catequista. Estamos un rato trabajando en la lengua y en la misa en lengua local. Como no han estudiado su lengua en la escuela, les cuesta analizar las cosas y traducir con precisión, pero en ello estamos.
        Luego tengo reunión con el grupo de matrimonios. Hoy hay nuevas caras y algunos que faltan, pero el ambiente es bueno y las cosas que se dicen comienzan a ser sinceras y manifestación de que las cosas se van tomando en serio.
       Una señora nos pide que recemos por su marido que está enfermo, cosa que hacemos, otra nos pide ayuda para solucionar el problema que tiene con el marido, algo que animo a varias parejas a que vayan a visitar al marido y a rezar en su casa. Me lo prometen con decisión. Veremos el resultado la próxima reunión.
       Percibo en el ambiente que hay cosas que van cambiando, especialmente cuando les pregunto directamente a cada una de las parejas presentes cómo ha cambiado la situación en la semana. Cada uno destaca un aspecto, pero hombre y mujer están de acuerdo que las cosas van cambian a mejor. Para mí es una alegría inmensa el ver que desde el principio hay gente que trata de vivir su vida entregada a Dios y les doy las gracias por el testimonio que han dado, a la vez que les animo a seguir en el trabajo.
      La vuelta a casa se hace de nuevo con el vehículo cargado. Si no lo está desde el principio, siempre te encuentras caminantes que prefieren subirse al vehículo, cosa que trato de ofrecer siempre que puedo y hay sitio. También es una forma de hacerse amigos y conocer nuevos rostros de personas.


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