Como cada domingo salimos pronto, a las seis y
media, después de los rezos y el desayuno. El día es agradable y la temperatura
buena, hay 24 grados en el ambiente.
En el camino nos espera el
catequista y otro del pueblo que vinieron ayer y han pasado la noche en la
ciudad. En Tikonko se queda Jos y yo sigo al pueblo al que suelo ir pronto,
Valehun. La gente no está muy animada y tarda en venir, a pesar de que les he
visitado a cada uno en su casa después de mi llegada.
Me voy haciendo a la idea de la
forma de ser de la gente, por lo menos lo que he leído es que son un tanto
perezosos e indolentes, esperando que otro les haga las cosas antes de hacerlas
ellos. No sé si es la realidad, pero en algunos aspectos no está muy lejos de lo
que me encuentro, lo cual me confirma que quien los describe no se ha equivocado
mucho.
Para mí este aspecto no es para ver
lo negativo, sino para saber cómo actuar con ellos y poder ayudarles en la
respuesta que espero que den en su vida de relación con Jesús y ello me anima a
hacerles conscientes de que tienen que responder adecuadamente a lo que se
espera de ellos, cosa que no siempre es realidad contante.
Hoy les he preguntado muy
directamente si querían que viniera a rezar con ellos y, por supuesto, me han
respondido que sí. He aprovechado para decirles que el sí que dan de palabra se
tiene que manifestar de forma diferente la semana que viene, llegando a tiempo a
rezar y habiendo preparado la iglesia, cosa que no han hecho hoy… Ha habido
sonrisas, pues creo que no se esperaban que les dijera algo así, pero me han
prometido que la semana que viene las cosas van a cambiar. Esperemos que sea
realidad.
En el pueblo siguiente no había
mucha gente, pues me han explicado que había una “ceremonia tradicional” en un pueblo cercano y, donde hay comida, la
gente se apunta en masa. Hoy los simpatizantes optaron por la comida fácil…
Por lo menos hemos leído las
lecturas, he tratado de hacer una explicación compartida y la gente ha
participado, si bien que a los críos se les hacía largo, pues hablar en inglés y
aunque traducen, para los pequeños es algo complicado; pero por lo menos saben
estar y no arman demasiado ruido, pues los adultos también les controlan.
La vuelta a casa ha sido normal,
siempre hay gente que se apunta al viaje y el vehículo estaba lleno. La mayoría
estudiantes que vienen a la ciudad después de pasar el fin de semana en el
pueblo buscando provisiones.
Después de la comida y una buena
siesta para recuperar, de nuevo en ruta hacia el pueblo al que vamos por la
tarde. Lembema. Hoy me acompaña Jos para
ver el ambiente y si hay opciones de hacer algo con los críos antes de la
oración de la tarde.
Críos hay en cantidad. En la oración
estábamos noventa personas y más de ochenta eran críos. Y de los pocos adultos
presentes intenté ver los que suelen venir regularmente y no había mucho que
contar. Tendremos que seguir teniendo paciencia y atraer a los adultos, como
atraes a los niños. Me han prometido una lista de los adultos y espero seguir a
cada uno personalmente a ver el resultado.
En el camino de vuelta a casa, de
nuevo hay caminantes dispuestos a subirse al vehículo, estudiantes en particular
que vuelven a la ciudad desde los pueblos, algunos bastante cargados con las
provisiones de la semana. El traerles es un servicio que les haces y a la vez
les puedes dar una buena palabra y hacerte conocer de ellos, que también vale la
pena.
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