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jueves, 13 de marzo de 2014

13 de Marzo de 2014

Viernes

Salgo muy temprano para rezar en un pueblo. Llego antes de las seis y tengo tiempo de contemplar las estrellas. Es un espectáculo grandioso estar viendo el cielo sin contaminación lumínica y en plena naturaleza.
         Empezamos la oración y van llegando algunos más, que al final hacemos la veintena de cada día. Es bonito ver a un grupo reducido rezar y en toda confianza pedir a dios por todos y cada uno de los presentes y ausente, por los enfermos, en particular por uno del pueblo que traje a la ciudad el otro día, y por que Dios nos conceda ser felices y darla gracias. Son algunas de  las intenciones que han presentado.
       Acabada la oración voy al pueblo de al lado, Ya hay un par de ellos que me esperan, pues vamos a seguir el trabajo en la finca de la que tenemos y que estamos limpiando los linderos. Vuelto al pueblo de Niagorehun ya todos están dispuestos y con el vehículo bien repleto empezamos la marcha.
       Para las ocho ya estamos todos en nuestros puestos y empezando el trabajo que no se acabó el otro día y que creo que difícilmente se acabará hoy, pero por lo menos, daremos una buena batida a los linderos.
       Vengo a casa a buscar a Jos que dirige las operaciones de búsqueda de mojones y entre todos vamos haciendo el trabajo. También vamos a buscar agua al pueblo cercano para hacernos conocer como vecinos, cosa que siempre es buena.
       A la hora de la comida, aún nos falta un mojón importante de identificar y Jos decide quedarse con ellos y seguir buscándole. Yo vuelvo a casa, como y duermo un poco, pues la tarde es larga.
       Cuando vuelvo, ya están todos acabando las sobras de la comida de mediodía y traido a Jos a casa. Un grupo quiere ir a visitar al que el otro día traje enfermo. Le han dado el alta en el hospital y está en casa, Nos presentamos y es para él una gran alegría, lo mismo que para nosotros encontrarle en casa. Rezamos y le damos la bendición.
       Vuelta a la finca, cargamos y viaje al pueblo. La gente está cansada y contenta de lo que están haciendo. Me paso un buen rato con los críos, luego en clase con el catequista y luego se van juntando los adultos y acabamos hablando de todo y de nada. A las siete y media, con la luna en alto, rezamos la oración de la tarde y todos compartimos el evangelio y las intenciones. Es bonito ver a la gente rezar al final del día, el sentido que tienen de lo sagrado y la facilidad con la que agradecen a Dios lo que tiene y cómo le piden lo que les falta.
        También aprov3eché en ese momento para llamar a Uba, para que vea que nos reunimos en el pueblo y habló con varios de los que conoce. Estaba muy feliz de escucharlos, tanto como yo de compartir estos momentos con ellos.
        La vuelta a casa a las ocho y media pasadas, cansado y satisfecho de un día en el que he disfrutado mañana y tarde rezando con la gente y durante el día en el trabajo con ellos.
       Después de cenar me pongo al ordenador, ver el correo y leer las noticias, hacer la crónica y a preparar las cosas para mañana, que me toca presidir la misa. Gracias Señor por lo que he vivido hoy con la gente en los pueblos y por el aprecio que he percibido que nos tienen.


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