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sábado, 22 de marzo de 2014

22 de Marzo de 2014

Sábado

Tenemos una reunión convocada por los religiosos en la ciudad. Participamos y vemos la necesidad de encontrarnos de vez en cuando. Se ha propuesto una vez por mes. Hay muchas propuestas y entusiasmo en la gente. Veremos lo que se puede ir haciendo. Nosotros como los últimos llegados estamos interesados en conocer a los demás, pero vemos que tampoco los demás se conocen mucho entre sí. Quedamos de encontrarnos de nuevo en el mes de abril.
       Por la tarde salgo pronto para los pueblos, pues tengo reunión de matrimonios y quiero trabajar un rato con el catequista, con el libro de mende que he encontrado hoy en una librería  en particular. El camino no deja de ser complicado, pues están quemando los campos y el fuego llega al borde del paso y a veces las llamas son altas. Por lo menos cuando pasas se siente bien el calor, aunque procuro pasar rápido y no dar tiempo a que el vehículo lo note.
       Cuando llego al pueblo me invitan a visitar una granja y nos ponemos en camino. Está a diez minutos de marcha y no tiene acceso para vehículo. Es una parcela de cuatro hectáreas que han quemado entera. Aquí lo de quemar es algo que hay que hacer obligatoriamente si no tienes maquinaria y eso todavía no ha llegado. Lo que conocí en el norte de Benín y Togo es la naturaleza que se para unos meses mientras no llueve, pero aquí la naturaleza no se para y crece y crece, y cuando quieres sembrar , paras la naturaleza con el fuego…
       Creo que no es la solución, pero también veo que no tienen otra cosa mejor a disposición. De todas formas, le paseo por el campo me ha sido muy instructivo. Hace dos días que lo han quemado y todavía siento el calor. La tierra está bien calcinada, pero los tocones de todo lo que se ha cortado están bien presentes y, aunque muy chamuscados en la punta, cuando los tocas, las raíces siguen bien vivas y dispuestas a volver a empezar en cuanto vengan las lluvias. Pero para entonces ya habrán plantado también la mandioca y será la lucha a ver quien crece más deprisa y ocupa el terreno libre.
        No llevé la máquina. Quizás otro día tome algunas fotos. La impresión que me produjo de terreno desolado y calcinado, el fuerte olor a ceniza, el calor sofocante, el sudar por todo el cuerpo, han sido entre otras las sensaciones que recuerdo. Pero así es como se trabaja aquí y como se hacen las cosas. Las palmeras de aceite soportan estoicamente estas quemas y siguen dando fruto cada año, cosa que siempre me ha llamado la atención, la resistencia de ciertos árboles al fuego.
        En la visita nos han acompañado un grupo de niños de alrededor de cinco años. Se manejan en el ambiente con una habilidad increíble para la edad que tiene y algunos iban descalzos…
       A la vuelta trabajamos un rato sobre el nuevo libro que he traído y las dificultades siguen siendo las mismas. La persona que no ha estudiado su lengua, no conoce la estructura y se le hace difícil poder comprender su lengua por escrito. Me llama la atención que pueden leer en inglés sin dificultad, pero  leer en su lengua les cuesta.
       Luego tenemos la reunión de las parejas. Hoy han venido tres; más tarde ha llegado otra animada por una de las que participan y hay dos hombres que prometen venir con su mujer la próxima vez. Veremos a ver si es verdad. Por lo menos el que estén presentes ya es signo de que algo les interesa.
       Las parejas se expresan en inglés con dificultad, pero les  animo a todos a esforzarse en hablar en inglés porque les servirá mucho después, ya que es abrir la puerta a nuevas relaciones, mientras que si hablan sólo su lengua están muy cerrados.
       Las tres parejas que participan comparten experiencias de estos días y están muy contentas del rezo en común de marido y mujer. Es una dimensión nueva para ellos y que les permite comunicarse, cosa que tienen necesidad y que no les suele ser fácil de otra forma. Yo estoy encantado con ellos y ellos contentos de la experiencia que están viviendo. Les animo a perseverar y a compartirlo con otras parejas.
       La vuelta a casa con el vehículo cargado de gente que viene a la ciudad. Pasamos por la casa del enfermo  que ya hemos visitado varias veces y se pone muy contento con la visita que no esperaba. Rezamos todos con él y le damos la bendición, algo que aprecia mucho.
       Todavía tengo tiempo antes de llegar a casa de hablar con uno de los hombres que estaba en la reunión, que me presenta su problema con respecto a  la mujer. Es un lío suficientemente complicado como para no poder darle una respuesta en el momento. Quedamos de acuerdo en que vamos a rezar para que Dios nos ilumine y tomemos la decisión oportuna.

       En casa lo primero me ducho, me quito la ceniza del cuerpo y de la ropa y me pongo a cenar. Por lo menos hoy el grupo funciona y la máquina de lavar también, así que esperemos que las manchas de ceniza puedan salir de la camina y del pantalón. Los pies los pasé con el esparto varias veces, pero todavía queda algo de color que trataré de quitar antes de irme a acostar.

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