Tenemos una reunión convocada por
los religiosos en la ciudad. Participamos y vemos la necesidad de encontrarnos
de vez en cuando. Se ha propuesto una vez por mes. Hay muchas propuestas y
entusiasmo en la gente. Veremos lo que se puede ir haciendo. Nosotros como los
últimos llegados estamos interesados en conocer a los demás, pero vemos que
tampoco los demás se conocen mucho entre sí. Quedamos de encontrarnos de nuevo
en el mes de abril.
Por la tarde salgo pronto para los
pueblos, pues tengo reunión de matrimonios y quiero trabajar un rato con el
catequista, con el libro de mende que he encontrado hoy en una librería en particular. El camino no deja de ser
complicado, pues están quemando los campos y el fuego llega al borde del paso y
a veces las llamas son altas. Por lo menos cuando pasas se siente bien el calor,
aunque procuro pasar rápido y no dar tiempo a que el vehículo lo
note.
Cuando llego al pueblo me invitan a
visitar una granja y nos ponemos en camino. Está a diez minutos de marcha y no
tiene acceso para vehículo. Es una parcela de cuatro hectáreas que han quemado
entera. Aquí lo de quemar es algo que hay que hacer obligatoriamente si no
tienes maquinaria y eso todavía no ha llegado. Lo que conocí en el norte de
Benín y Togo es la naturaleza que se para unos meses mientras no llueve, pero
aquí la naturaleza no se para y crece y crece, y cuando quieres sembrar , paras
la naturaleza con el fuego…
Creo que no es la solución, pero
también veo que no tienen otra cosa mejor a disposición. De todas formas, le
paseo por el campo me ha sido muy instructivo. Hace dos días que lo han quemado
y todavía siento el calor. La tierra está bien calcinada, pero los tocones de
todo lo que se ha cortado están bien presentes y, aunque muy chamuscados en la
punta, cuando los tocas, las raíces siguen bien vivas y dispuestas a volver a
empezar en cuanto vengan las lluvias. Pero para entonces ya habrán plantado
también la mandioca y será la lucha a ver quien crece más deprisa y ocupa el
terreno libre.
No llevé la máquina. Quizás otro día
tome algunas fotos. La impresión que me produjo de terreno desolado y calcinado,
el fuerte olor a ceniza, el calor sofocante, el sudar por todo el cuerpo, han
sido entre otras las sensaciones que recuerdo. Pero así es como se trabaja aquí
y como se hacen las cosas. Las palmeras de aceite soportan estoicamente estas
quemas y siguen dando fruto cada año, cosa que siempre me ha llamado la
atención, la resistencia de ciertos árboles al fuego.
En la visita nos han acompañado un
grupo de niños de alrededor de cinco años. Se manejan en el ambiente con una
habilidad increíble para la edad que tiene y algunos iban descalzos…
A la vuelta trabajamos un rato sobre
el nuevo libro que he traído y las dificultades siguen siendo las mismas. La
persona que no ha estudiado su lengua, no conoce la estructura y se le hace
difícil poder comprender su lengua por escrito. Me llama la atención que pueden
leer en inglés sin dificultad, pero leer
en su lengua les cuesta.
Luego tenemos la reunión de las
parejas. Hoy han venido tres; más tarde ha llegado otra animada por una de las
que participan y hay dos hombres que prometen venir con su mujer la próxima vez.
Veremos a ver si es verdad. Por lo menos el que estén presentes ya es signo de
que algo les interesa.
Las parejas se expresan en inglés
con dificultad, pero les animo a todos a
esforzarse en hablar en inglés porque les servirá mucho después, ya que es abrir
la puerta a nuevas relaciones, mientras que si hablan sólo su lengua están muy
cerrados.
Las tres parejas que participan
comparten experiencias de estos días y están muy contentas del rezo en común de
marido y mujer. Es una dimensión nueva para ellos y que les permite comunicarse,
cosa que tienen necesidad y que no les suele ser fácil de otra forma. Yo estoy
encantado con ellos y ellos contentos de la experiencia que están viviendo. Les
animo a perseverar y a compartirlo con otras parejas.
La vuelta a casa con el vehículo
cargado de gente que viene a la ciudad. Pasamos por la casa del enfermo que ya hemos visitado varias veces y se pone
muy contento con la visita que no esperaba. Rezamos todos con él y le damos la
bendición, algo que aprecia mucho.
Todavía tengo tiempo antes de llegar
a casa de hablar con uno de los hombres que estaba en la reunión, que me
presenta su problema con respecto a la
mujer. Es un lío suficientemente complicado como para no poder darle una
respuesta en el momento. Quedamos de acuerdo en que vamos a rezar para que Dios
nos ilumine y tomemos la decisión oportuna.
En casa lo primero me ducho, me
quito la ceniza del cuerpo y de la ropa y me pongo a cenar. Por lo menos hoy el
grupo funciona y la máquina de lavar también, así que esperemos que las manchas
de ceniza puedan salir de la camina y del pantalón. Los pies los pasé con el
esparto varias veces, pero todavía queda algo de color que trataré de quitar
antes de irme a acostar.
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