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sábado, 23 de diciembre de 2017

23 de Diciembre de 2017

Sábado

Hace fresco y se nota. He cerrado una de las ventanas porque hay corriente y el frescor me despierta. He dormido bien y el agua de la ducha está un poco más fresca que de costumbre, pero la sigo aguantando.

Voy a decir misa a Madonna porque hay bautizos aquí en casa y los ha preparado Joseph y por ello cambiamos el sitio. En Madonna hay bastante gente y también se nota que van abrigados. Cuando les saludas y les das la mano la tienen fría y algunos tosen…

En cuanto desayuno, con las cosas preparadas, entro en el vehículo. Hablo con el obispo y quedamos de encontrarnos en el pueblo. Me adelanto para tener las cosas preparadas. Han traído maderas y tenemos bancos abundantes, de forma que los que vienen se podrán sentar y no se llega a llenar la iglesia.

De varios pueblos hay delegaciones y, aunque un poco con retraso, los de los pueblos de los alrededores van llegando. También lo hace el obispo y tiene la paciencia y gentileza de esperar a los que llegan tarde y saludar amablemente a cada uno de los que vienen. Hay unos cuantos a los que conoce y otros que le voy indicando quienes son. El ambiente es de fiesta.

Comenzamos la ceremonia. Hace la mayoría de las cosas en lengua local y la gente está contenta con ello. Las confirmaciones y los matrimonios son momentos de alegría y la gente aplaude a cada intervención, es la forma de hacer aquí. La ceremonia se alarga y sobre todo al final no parece que sepan acabar, pero así con las cosas. Se organiza una colecta y se buscan donantes para acabar la construcción. El obispo comienza ofreciendo cincuenta sacos de cemento y le siguen otros, aunque en mucha menor cantidad, pero siempre es una ayuda.

Después de la ceremonia ofrecen una cesta al obispo en la que han preparado algo de comida especialmente para él y los demás tienen cada uno su comida, repartida en bandejas donde los comensales lo hacen en grupo con la mano, lo que se hace aquí.

Hacia las tres, vuelvo para casa, cargado con todos los que pueden entrar en el vehículo y a los que voy dejando en sus destinos. Están satisfechos de los visto y animados por lo que han escuchado, por lo menos eso es lo que sigo en la conversación.

Cuando vengo a casa tengo sed y bebo y luego como. Hay un poco de mandioca con la salsa y carne de pollo local, que está duro, pero muy sabroso. Me echo un rato la siesta, pues siento el cansancio y después me doy una vuelta por los alrededores viendo el ambiente y lo que pasa un sábado por la tarde en la parroquia.

Estamos sin conexión y no hay forma de recuperarla. Paciencia y otro día será mejor. Por lo menos estoy satisfecho de lo vivido y creo que una comunidad ha dado un paso importante en su avanzar. Ahora tendremos adultos y jóvenes y niños que comulgan y que animarán a otros a seguir su camino.


A punto de retirarme, me doy cuenta de que la conexión ha venido y puedo hablar con el sobrino, y con mis hermanas en España y América… Maravillas de la técnica…

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