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viernes, 20 de marzo de 2015

20 de Marzo de 2015

Viernes


Los que han ido a lo de los niños de la calle vuelven tarde y cansados, pero contentos del trabajo realizado y de los encuentros con niños y niñas, además de con algunos adultos un poco fuera de su sitio.

Antonio va pronto por la mañana a Mattru a rezar con la veintena de miembros de esa comunidad que cada día se reúnen en el cobertizo que hace de iglesia, además de encontrar la procesión de los que vienen en dirección Bo trayendo cargado en la cabeza leña para el fuego, carbón o palos de construcción…

Después del desayuno y alguna espera comenzamos una reunión comunitaria con el provincial y el señor Benson en la que hablamos de proyectos y posibilidades en la zona donde estamos para ahora y con la perspectiva de dentro de unos años. Nos lleva toda la mañana y no acabamos, así que seguiremos mañana.

Después de la misa y la mesa y la siesta, salimos hacia los pueblos. Hoy toca Cassama y Valehun. En los dos hay bastante afluencia de gente y en particular en Cassama nos dicen que ahora que parece que el ébola se ha acabado (Dios les oiga) que vendrán regularmente. Les insisto sobre todo en la oración de las parejas, pues es algo que veo que les hace falta para transformar los matrimonios y al grupo que viene a rezar.

Además de Samuel y la madre del salesiano Daniel, hoy nos acompaña el provincial, quien se muestra encantado de la experiencia que ha vivido y nos anima a seguir la cosa de la forma más metódica posible. Y la realidad es que el ébola ha trastocado muchas cosas, entre ellas las reuniones de todo tipo, con su consiguiente deterioro en las relaciones de unos con otros.

En Valehun la afluencia es mayor que otras veces y en especial hay niños. La señora Cecilia nos ayuda a ensayar cantos y aprender nuevos con los niños. Los adultos son mucho menos numerosos que los niños y ya nos conocemos.

Trato de ver si se acuerdan del evangelio que me dicen que han leído por la mañana y me doy cuenta de que alguno se acuerda de algo. Acabamos rezando las oraciones y vuelta a la pista que nos traiga a casa. El camino es largo y tortuoso, pero no nos podemos quejar de lo que tenemos, incluido el vehículo.

En casa las actividades del orfanato se han llevado a cabo y Donald ayudado por otros dos, reparten los víveres de los ancianos pobres, volviendo a casa más tarde que nosotros y sin haber podido finalizar el trabajo.

Creo que estamos en un momento de esperanza, pues es la primera vez desde que se declaró el ébola, que no hay nadie que haya sido contaminado.



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